Uñas
Cuando el cirujano de la policía de París operó a la mujer muerta, descubrió que su estómago estaba lleno de uñas.
La expresión simiesca en la cara muerta, su fea mueca, en la cual asomaba la gangrena, fue fotografiada en colores. La grotesca cabeza, horriblemente demoníaca, con el pelo teñido, había sido injertada, contra natura, en el cuerpo de una adolescente. Y la espantosa cirujía había tenido éxito, pues la cabeza de la vieja había vivido dos años con el cuerpo juvenil.
En tales operaciones, el equilibrio del cortolón inevitablemente se altera. (Cortolón es una sustancia que controla el crecimiento de las uñas de manos y pies). O bien las uñas del paciente desaparecen por completo o, como en este caso, el crecimiento de las uñas es acelerado hasta varios centímetros por día.
Ella pudo haber sido inmortal, si no se hubiera comido las uñas.
(De El idioma de los gatos, Ediciones De la Flor, 2da.edición, 1995, trad. Ernesto Schóo)
12 Comments:
jajaja está buenísimo!!!
te estoy leyendo...
saludos
ANDREA
Andrea, gracias. Beso y abrazo,
Me recuerda a aquel otro genial microcuento de Max Aub sobre las uñas vengadoras después de la tumba. Un abrazo. No conocía a este autor.
Luchar contra lo imposible: me recuerda un texto de mi amigo Juan Uceda, con un comedor de uñas compulsivo también.
Si, Miguel Angel, claro. Recordé a Holst y su mágico encanto por la gratuidad de las cosas bellas. No es muy conocido, cierto.
Francisco, abrazo. Veré de subir otro Holst en breve. Te leo.
Ciao,
Genial relato. Agradezco a los dioses haber conseguido dejar de comerme las uñas, (hace tan sólo un año).
Me quedo un ratito leyendo, me encantó tu casa y gracias por tu visita.
Un saludo,
Mónica
Hola, soy Nina y me encantaría ser blogger. Me gustaría saber si mi máster en opinología y tiempo muerto me sirve, y si puedo rendir equivalencias. Tengo un grueso currículum como comentarista, pero tengo ambiciones y quisiera ascender. Saludos.
El relato, casi periodístico, me recordó otro de esos casos muy pelotudos, en el que una muchacha, luego de padecer horrendos dolores abdominales, murió sin explicación satisfactoria. Al practicarle la autopsia, el forense retiró de su estómago una bola de pelos del tamaño del cráneo de un niño. Durante su vida, la muchacha de largas trenzas había arrastrado ese hábito, producto típico de la timidez infantil, de chuparse la punta del pelo, la cabeza ligeramente inclinada sobre el hombro alzado.
Peter Umbrella
Sí, algo garciamarcezco me huele a dèja vú en ese relato reboludo. Pero Holst es oral y parco. Es una suerte: no busca ser original. ¿Leíste el de Mona Lisa? Creo que es el mejor. Abrazo cerrado.
Es cierto Báñez pero el giro es a la ciencia ficción, no al realismo mágico. Y a una ciencia ficción degradada o paródica de posmundo, bien clase B. En fin, nada bizarro es original. Abrazo partido.
P.M.
...perdón: lo que es boludo es el caso. El relato lo subsana. Renuevo abrazo
Pierre Medina
Abrazo, Pierre. Quedó claro lo del relato.
Nina, un saludo.
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