Ahora quiere entregar mis recortes. Antes lo había hecho con el libro. Le pedí que no, le rogué que desistiera, que me evitara el mal trance. Intuía que me arrojaba a los leones. Pero ella, desoyéndome, pasó por encima de mi voluntad y le entregó el libro. Eran sus buenas intenciones, claro. Él lo recibió, lo sopesó como un entendido en objetos falsos y antiguos, y luego hizo correr rápido unas cuantas páginas. Sonrió triunfal a la audiencia, ya tenía su presa. Se acomodó en la silla, carraspeó y empezó la lectura. La entonación sarcástica, levemente nasal y acompañada de contorsiones rítmicas, impulsó sus primeras palabras:
“Escribo porque no puedo hablar”, dijo. Los comensales rieron y aplaudieron. Con su mejor histrionismo VIP frente al resto, camisa handicap y bronceado polo, prosiguió:
“A los once años me detectaron en el lóbulo anterior del cerebro una mancha apenas visible que me alteró el habla”. Aplausos, carcajadas, vítores. Noté que a ella la sonrisa de las buenas intenciones se le iba desdibujando párrafo a párrafo, burla a burla. Él -animado, altivo, prepotente- continuó la arremetida:
“De aquel momento recuerdo la voz del médico que mencionaba una zona adyacente al área de Broca”. Los comensales estallaron nuevamente en aplausos, en estentóreas carcajadas. Abatido, me replegué contra un rincón. Temblaba de ira, de impotencia. La lectura continuó hasta la página tres. Suficiente. Él ya estaba satisfecho. Había tenido su pequeño show personal, su íntima gratificación familiar mientras el otro, yo, agonizaba de humillación en esa sillita alta. ¿Una revancha? ¿Un odio secreto y lejano jamás antes admitido? No sé. Nunca lo sabré. Como haya sido, la verdad es que nunca nadie antes en la vida me había hecho sentir tal menosprecio. Fue entonces cuando ella le pidió el libro y él se lo entregó. Después de la carnicería pretendía quedárselo, colgar la cabeza del infeliz en su salón de armas y trofeos.
Pasaron las semanas. El recuerdo de la burla sigue presente, sin embargo. Pero resulta que ahora, pese a todo, ella pretende entregar mis recortes, lo que queda de mí. Nuevamente, en exposición. Son otros comensales, infinitamente mejores, lo sé. También sé, repito, de sus buenas intenciones. Pero la memoria del circo aún no ha desaparecido y lo que ella no admite es que antes que su sana y loable iniciativa debería prevalecer mi recóndito deseo, mi pequeña y denigrada convicción de no, no ceder. Es eso apenas y es, creo, una cuestión de respeto.
¿Importa tanto entonces que no me lea? Para nada. En rigor, no tiene motivos para hacerlo. Ya lo había hecho antes, en voz alta, mediante un segundo, ante terceros.
12 Comments:
Libro basado en la historia real de Sabina y el espionaje de msn a su no novia Lucía Angélica.
Una novelita de cuarta, premiada por la comitiva Sasturain/Márquez.
jajaja
¿A qué no sabías quien te mandó el meme?
Si el mudito era el Pimpinelo, brother. El avaro de las axilas hediondas.
Decirte infeliz de mierda es poco. Te da mérito.
Puto de la logia simbólica barcelonesa.
Como todos.
Lo de Juan Manuel es por haber superado el cancer de huevos? Espero que si. Y el cancer de la envidia? Se ve que no
Ni en los sueños (o pesadillas), de un gran hombre se pueden hacer recortes.Cada vez mas juntos.Nadie puede saber por donde va la tijera.abrazo desde el alma.
I.J Reilly
Juancito: seguí participando
Gabriel: te quiero
Bárbara
Un babero para la perrita, que se exita sin c, como buscando la raíz de la salida. ¿Qué si no sabe?
memez, crisis bancaria está llegando, je.
ML
Joan Manuel, gracias por tus elogiosos conceptos. Creo merecerlos, pero no te dejes llevar por la voz de terceros. Es chiquitaje, resentimiento. Abrazo msn en fotocopias.
Hola, ese. Es así nomás, gracias.
I.J.Reilly, la glucemia está bien. No jodas.
Bárbara, escribime. Un beso.
ML: me parece que diste en la tecla, por ahí anda, por ahí y por lo que se les viene. ¿Crisis bancaria? Sí, está cada vez más cerca, como te dije ayer jueves. Un beso.
¿Por qué ser tan generoso y responder a la desesperación de Joan Manuel que sólo busca que algún despistado entre, a través de tu blog, a visitar alguno de los que él ha hecho proliferar por la red (tan numerosos como ignotos, tan faltos de estilo como remera de la feria Paraguaya)?
¿Era Arlt el que decía que había que dejar que los eunucos bufen?
Beso
Sol
Sol, querida, que pasten. En rigor, no pueden hacer otra cosa. Mi generosidad no es tal. Ya usan pañales, ya babean cuando hablan y escupen, ya -por cierto- rumian el mismo bolo fecal de su ignota ancilaridad. Perritas nazis, hay que dejarles levantar su patita menor. Ibérico Saint Jean las ha protegido durante el proceso. Las tetas de las que chupan van a venir con informes muy detallados, del 76 al 83, quiero decir.
Il castrati "Serrat" bufa, es cierto Sol
Mariano I
El sicótico, Mariano, tiene un mérito mayúsculo: fue amigo de. Mérito soberbio, casi casi incomparable. Por ósmosis habla el impotente nazi. Ja!
Otro puto de la logia simbólica barcelonesa
Mariano I, con la mascarita bloguera cualquiera da un falsete. Gracias!
Anónimo, deberíamos renovar el carné. Abrazo grande.
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