Las "Historias verdaderas" de Gombrowicz
LOS DOS CHOCHOS
Por Juan Carlos Gómez
Los hombres eminentes cuando pasan los cincuenta suelen ir poniéndose chochos. Sartre, pongamos por caso, que durante gran parte de su vida aspiraba al reconocimiento de la posteridad, llegando a los sesenta nos dice que se había engañado hasta los huesos, que había dudado de todo, pero no había dudado de haber sido el elegido de la duda, por lo que se había convertido en un dogmático, y que se había transformado en una máquina de hacer libros.
"Todos los rasgos del niño, desgastados, borrados, humillados, arrinconados, dejados en silencio, han quedado en el quincuagenario. La mayor parte del tiempo se achatan en la sombra, acechan; en el primer instante de inatención levantan la cabeza y entran en la luz del día con cualquier disfraz"
Cuando Gombrowicz se entera de que Sartre se había manifestado de esta manera en "Les Mots", me hace algunos comentarios.
"¿Acaso sabe que en su libro último "Les Mots" ese asno ha confesado que todo su existencialismo es una asnada? Ya ve, Goma: su situación está arruinada, su prestigio intelectual aniquilado, todos se ríen y dicen: –¡Qué gomadas dice el pobre Goma!"
Ya sabemos que la chochera es una pérdida del juicio, un debilitamiento de las facultades mentales, un estado que regresa al hombre al tiempo de su niñez, y también sabemos que el amor hace chochear con frecuencia a las personas mayores.
Pues bien, en esta historia verdadera el otro chocho es, no podía ser de otra manera, el mismísimo Gombrowicz.
En los escritos de Gombrowicz hay tres cosas que nunca faltan: la sexualidad, el humor y los sueños. Estos componentes pesan de una manera diferente en cada una de sus obras, los sueños y la sexualidad, por ejemplo, tiene poca importancia en Ivona porque Gombrowicz aún no había definido con fuerza su combate con la forma, batalla que libra en todos los frentes en su obra siguiente, "Fedydurke". Podemos afirmar que entre su primera y su última obra la sexualidad sigue una línea ascendente, el humor una descendente y los sueños una constante. Esta configuración de los componentes nos inclina a pensar que Gombrowicz se fue convirtiendo poco a poco en un viejo verde.
La chochera de Gombrowicz tiene , sin embargo, unas manifestaciones más conspicuas que las de Sartre. Sin ir más lejos, en "Yo y mi doble", relata unos sueños de vejete que había tenido con su bienamada de la juventud. Cuando miraba al presente, en cambio, contabilizaba unas mejillas sin frescura, un vejete antipoético y rígido que no podía inspirar poemas y al que ya nadie admiraría. La nostalgia de su propia belleza desvanecida lo agitaba cada vez más.
Le quedaba el trabajo, sí, un buen puesto para meterle miedo a las muchachas que ya no languidecían por él. O tener un hijo y vivir por y en él una vida plena repitiendo el canto eterno de la juventud, de la felicidad y de la belleza. O sacrificar la vida por un ideal para adquirir una segunda belleza y convertirse de nuevo en objeto de nostalgia. Su cabeza hervía, se aparecía ante sí mismo con el aspecto de un egocéntrico y de un narciso sucio, sintió que la juventud se burlaba de él y lo despreciaba como a un miserable egoísta y que las alumnas del liceo ya no verían nunca en él ningún atractivo sexual.
Pero también en la vida real a Gombrowicz le gustaba representar el papel de viejo verde reblandecido persiguiendo a las muchachas como un fauno detrás de las campesinas en el bosque. Unas pocas semanas antes de partir para Berlín nos escribe desde Piriápolis:
"Nada de ascensores, ahora viejo, hay una Lolita de nueve años que me tiene loco, ni te puedes imaginar, ando así que casi estallo, hay que ver cómo me persigue, se enamoró locamente, ya te voy a contar. Fuera de eso no sé si me aburro o no"
En el año 1955 Vladimir Nabokov había actualizado la atracción malsana que ejercen las nínfulas sobre los hombres maduros con su "Lolita".
En la época que apareció la "Lolita" de Vladimir Gombrowicz escribía en los diarios:
"Marisa, quince años, distinguida y romántica (...) se sumerge continuamente en las luminosas brumas de la belleza, el amor y el arte (...) Andrea, doce años, una chiquilla avispada, brillante y perspicaz, me gusta reír con ella, se ha especializado en robarme la pipa. Lena, catorce años. Con ella he iniciado un ligero flirteo que consiste en intercambiar miradas (...) Rubias. ¡Qué bellas son! (...) y miento, miento, porque es lo que me exige su imaginación, estoy impregnado de mentira hasta la médula. Les cuento mis batallas en la última guerra"
Dos de estas lolitas eran las hijas de su amigo Dus Jankowski, el estanciero de Necochea.
Hay dos lolitas de Gombrowicz que se hicieron famosas, la lolita Crisamor de Tandil, y la lolita Lolaluca de Buenos Aires. Gombrowicz le pedía a Flor de Quilombo que le mostrara las cartas de las novias para hacer estudios psicológicos sobre el estilo y la forma, se detenía especialmente en las de Crisamor: –Pero, ¿no te das cuenta que son cartas de amor?, está mortalmente enamorada de vos. Es muy joven. Sé responsable. Presta atención, puede suicidarse.
La madre de Crisamor lo veía a Quilombo con desconfianza pero su hija no le obedecía. Un día Gombrowicz se decide y le escribe una carta a Crismaor: –Crisamor de mi corazón... La madre descubrió la carta, se lo cuenta a un hermano y el tío de Crisamor le dice al padre de Mariano: –¿Quién es ese hombre tan raro que trastorna la cabeza de tu hijo y molesta a mi sobrina? Se estaba haciendo la fama de un corruptor de la juventud. Para colmo, un polaco de Tandil había leído "Transatlántico": –¿No sabés con qué degenerado anda tu hijo?
Crisamor parecía salida de "Ferdydurke", le escribía a Gombrowicz cartas alocadas y magníficas. Su humor de prima donna, con gorjeos auténticos, pescaba al vuelo el tono de las idas y vueltas de los jóvenes comediantes de Tandil.
La otra lolita, Lolaluca, lo veía a Gombrowicz en el Querandí: –Sos un viejo vanidoso, además muy egoísta y también egocéntrico... Esta lolita se hizo famosa por una foto que aparece en todos los libros de testimonios en la que Gombrowicz se arroja sobre ella en un sofá con la actitud de un viejo verde violador.
En su último aliento argentino también chochea, aunque con cierta dignidad.
"Un día salgo a las siete y media de la mañana para hacer once gestiones urgentes y veo en la escalera a una chica, una belleza de dieciocho años, novia de uno de mis estudiantes (Flor de Quilombo), llamada por él La Valija porque, como decía, se caminaba con ella como con una valija. La Valija solloza, le caen las lágrimas, me declara su amor: –No sólo yo –dice–, todas mis amigas han estado o están enamoradas de ti, Witoldo, ¡ninguna se ha salvado!
De modo que una semana antes de partir me enteraba de todos esos enamoramientos candorosos. Resultaba divertido, pero tampoco tanto como pudiera parecer; ese ridículo triunfo en el momento de la despedida me produjo un temblor frío: ¿esas chiquillas también estaban dispuestas, pues, a colaborar conmigo en mi drama? En cuántas ocasiones me ha sorprendido y atemorizado la reacción extremadamente violenta de la juventud ante mis sufrimientos relacionados con ella; es algo que yo percibo como una generosidad dolorosa e impotente, como una mano tendida amistosamente, pero que ya no puede alcanzarme..."
11 Comments:
Hola Gabriel soy fanático del Conde Gombrowicz y qué bueno que se lo tenga siempre presente
Mariano Winograd
Tanto tiempo sin venir por aquí...
te sigo leyendo
abrazos
Què buen hilo para tus costuras. Muchas agujas también.
Excelente,valiente, urticante e inteligente. Gracias.
Safo
Mariano, si es conde para vos, que sea.
Andrea, gracias. Tené cuidado con la densidad poblacional, uno no es siquiera un número y eso, antes que mortificante, es maravilloso.
Safo amiga: las costuras de Gombrowicz a lo mejor te están suturando a vos. ¿Te animás a seguir el hilo?
Seguro, mientras me quede un hilo de voz puedo intentar seguirlo.
Safo
Dos razones de Gombrowicz que me llevaron a hacerlo mi autor favorito: el erotismo no como arma de seducción sino de degradación, finalmente y que se adelantó al estructuralismo en algunos años. Casi nada y gracias por el post y las cartas de Gomez.
Thanks for this post, I believe Gombrowicz was a genius, certainly he was up than more.
Marion W.
Analía, dos buenas razones entonces. Mi saludo y el abrazo gombrowiczida.
MW: las gracias en inglés, y el abrazo.
Safo: tirá del hilo para que vaya saliendo la voz.
para ser un sobrenombre dentro del grupo GGOMBROWICZIDA es necesario tener un conocido que te presente adecuadamente o cosa diferente?
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