"Aquí cerraron sus ojos"
de escribir (Obra periodística 1953-1977),
Rodolfo Walsh,
Ediciones De la Flor, 2008.
-¿Usted cree que hay algún cambio en la actitud de los escritores cuando buscan editoriales donde publicar?
-Eso no lo sé, te lo tendría que decir alguien que estuviera en esa situación. Lo que yo siempre destaco, y algún día voy a escribir un artículo sobre eso, es cómo los escritores digamos genéricamente «de izquierda» o «progresistas», que despotrican en cuanta ocasión tengan contra las transnacionales, a la hora de decidir a quién entregar sus obras se las entregan a las transnacionales. O sea, que están en una contradicción bastante flagrante.
La respuesta es del editor Daniel Divinsky y la pregunta pertenece al periodista Cristian Vázquez. Ambas están contenidas en el último número (18) de la revista digital “Teína” (http://www.revistateina.com/). La referencia a esta entrevista tiene particular sentido con el más reciente libro publicado por el sello de Divinsky: El violento oficio de escribir (Obra periodística 1953-1977), de Rodolfo Walsh. Sin duda Walsh hubiera avalado más que nadie la aparición de esta edición corregida y aumentada a cargo de Daniel Link. Primero porque con la misma se completa en esa casa editorial toda la obra del autor de Operación masacre, Los oficios terrestres y la “Carta abierta de un escritor a la Junta Militar”, entre otros textos de notoria calidad e indudable compromiso ético, textos que abarcaron casi todos los géneros, del testimonial de investigación a la ficción y la dramaturgia. Segundo porque tanto el prólogo de Rogelio García Lupo –quien rescata la pasión urgente, frontal y obsesiva de Walsh en el terrestre oficio del periodismo-, como la nota preliminar de Daniel Link –aclarando el riguroso encuadre de selección de los artículos, así como el origen autobiográfico y certero del título del libro- responden sin duda a las expectativas que el propio R.W. depositaba en cada escrito personal: pulcritud e inteligencia, dos razones que apuntalan este volumen. “(…) cuando Walsh escribía –señala García Lupo- aunque fuera una página, su poder de concentración desconcertaba, hasta podía herir a los demás”.
Las heridas eran sin embargo propias. Walsh escribía acerca de aquello que era de su más sentida pertenencia. Aún en notas presuntamente “literarias” como la que le concede a Ambrose Bierce, vemos los intereses del autor de ¿Quién mató a Rosendo?, por caso en la escena en que Bierce/Adderson es llevado ante el pelotón de fusilamiento. Siguen las notas redireccionadas “sobre el mundo de la política”, los textos que servirían de base a Operación masacre, artículos que reproduce “Leoplán” y otros que firma bajo el seudónimo de “Daniel Hernández”, por pudor o repugnancia, como bien señala Link. La mirada de Walsh es incisiva pero amplia, tanto presta atención a los dramas cotidianos y políticos (los fusilamientos en José León Suárez) como a cuestiones del lenguaje cifrado, también a la parábola indestructible del Hindenburg, que su prosa en anáfora burlona reduce a polvo. Las notas de Prensa Latina son vitales en el derrotero político del periodista, también aquellas que el cronista le dedica a la realidad latinoamericana y que aparecen en “Panorama”, “Extra”, “Georama” o “Siete días”, aun encubiertas bajo la categoría color. No hay en el derrotero Walsh espacios hueros, puede tanto referirse a la extracción del tanino en el Norte como a la causa de Palestina con idéntica y febril militancia. “Volver a leer el periodismo de Walsh es encontrarse con una mirada sobre su tiempo, a menudo generosa, frecuentemente ácida, pero nunca recargada por el discurso. Escribió con una franqueza que en su época causaba tanto estupor como ahora al releerlo”, señala el prologuista.
El libro se cierra con la “Carta abierta de un escritor a la Junta Militar”, fechada un día antes de su desaparición. Releerla sigue siendo un examen de conciencia a la luz de los días vividos durante la cerril dictadura, también –lo que no siempre se dice- el mejor manual de estilo periodístico en esta materia. “La clave está en que Walsh nunca renunció a la regla fundamental del periodismo: la información”.
Un último dato de irreductible valor para este necesario libro: El violento oficio de escribir ha estado bajo la esmerada tutela de Daniel Link y la casi totalidad de las notas periodísticas de R.W. aquí reunidas tuvieron un inicial esbozo antológico que llevaba por título “Aquí cerraron sus ojos”. Diez años más tarde, muchas personas contribuyeron a la feliz iniciativa de Link. Hoy, bajo otro título, las marcas que contextualizan la obra de Walsh –concisas, relevantes- son ciertamente Clases que anteceden la prédica del mejor oficio terrestre.
3 Comments:
Saludos y no te pires en la coctelera rantifusa. Y si no hay vento tubyú, en doce capítulos nadie te va a calotear, juná que no estoy de paro, sorry.
Anónimo 1 y 2. Gracias por las entradas. Si por mi fuera los entendería mejor, pero estoy viejo. Sorry me too.
Muy buena nota, pero pido una corroboración: ¿este libro no había sido publicado en 1996 por Planeta?
Saludos
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