15 febrero, 2009
Soy un inútil, un retardado para ser más preciso. Hace una semana intenté enviarle a Facundo, mi hijo, un mensaje de texto por el celular para ver cómo había llegado a Uruguay –estaba en Punta Colorada, pegado a Piriápolis- y escribí: “Coco espar”. A los ocho días, volvió y me preguntó: “¿Qué mierda quisiste escribir?”. Le dije: “¿Cómo estás?”. Me miró sin remedio: “No tenés cura”, dijo. Es cierto. No la tengo. Pensar que en el Día de los Enamorados los mensajes de texto saturaron los contactos de más de medio mundo. Escribí una nota sobre los “conectados”, Los nuevos ciegos. Me faltó en el texto una palabra final sobre quienes viven en estado de urgencia permanente. La pongo aquí: “Emocional”. Lo concreto que el rebaño obediente de yanquilandia celebró a San Valentín, santo pedorro si lo hay, con pelotudeces como “Te amo”, “Te quiero”, etc, a distancia, sin mirarse a los ojos, pulsando. Las multinacionales adoran a estos giles de bonobón y celebración grasa. De eso se alimentan. En fin, lo cierto es que no escribí nada, no saludé a nadie, lo único que hice en el día de San Valentín fue tirar una pared torcida. Demolerla. Salvar luego ladrillo por ladrillo y volver a levantarla. Ahí está, de vuelta en su sitio. Después rescaté cada rosal pegado a la medianera, cerca de catorce. Siguen perfectos, brotados. Los cuido como si fueran míos. Intactos, lo son. Para los sms o los msn, lo que digo, soy un reverendo idiota.
2 Comments:
¡Qué buen post! cargo una tarjeta que hoy duplica y te mando un mail con mi iphone. Eso sí me limpio primero los desos de bon o bon, no vaya a ser que se me pegotee el touch screen del ciber amor juvenil
Bueno, anónimo. Gracias. Creo que para completarlo voy a subir poema de Leonard Cohen, compartiendo sentimiento y música. Abrazo
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