11 marzo, 2009
Ayer, a pesar de la lluvia, fue un día luminoso: empezamos el encofrado. Llenamos las bases con hormigón y concreto. Morsa escribió en el cemento fresco algo, no leí qué, con lo que parecía un lápiz o un delineador. Lo trajo del auto, del piso de su viejo Peugeot destartalado. Yo tiré tres o cuatro monedas de diez centavos y Pike preguntó por Nuni. “¿Qué Nuni?”, pregunté. Se rió, burlón. Al mediodía abrieron dos tetra y esperaron al Maestro Mayor de Obra. Cuando llegó habló con Pike, dos o tres minutos, a solas. Pike hacía gestos. Después el Maestro Mayor de Obra se acercó a Morsa y le dijo: “Vuelvan a cargar, hay que dejarlo que tire, despacio”. Cargaron hasta llenar los pilotines y se fueron. Lo dicho: fue un día luminoso. Del colibrí ni noticias. Me hubiera gustado volver a verlo, rondando, dibujando círculos perfectos. Pero no. Cuando menos se lo espere, mejor.
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