Los informes seudocientíficos me tienen harto
Día tras día las informaciones periodísticas dan cuenta de estas volátiles conclusiones llevadas a cabo por presuntos centros de estudios o universidades que vuelcan su saber, estudios y consejos en resultados tan extravagantes como inciertos. Los lectores estamos bombardeados por informes seudo científicos que alertan sobre los beneficios eróticos del chocolate, el arroz, el cabernet-sauvignon o la ingesta de semillas de girasol. Cada tanto, por períodos, estas afirmaciones se revierten y demuestran lo contrario. Comer barras de cereales es bueno, comer barras de cereales es malo. El vino destruye, el vino favorece el corazón. Una de las más sugestivas alertas mediáticas en torno a la salud comunitaria surgió de una universidad de Corea del Sur: el té verde, que antes se creía antioxidante, ahora sería pernicioso para la memoria. Curioso: como si la memoria fuera la capacidad de recordar y no –precisamente- de olvidar. Los nipones que comen gato serían menos ágiles que los se alimentan de fideos de arroz. El mono, se ha demostrado, es hijo del hombre del futuro.
La vulgarización del cientificismo, opuesto al saber científico, ha llegado a una frivolización tal que –en lugar de aplicarse al bien común- se desvive por una sola cosa: la competencia mediática. Mientras pueriles investigadores se aplican a demostrar que el maquillaje femenino en demasía “espanta” a los hombres, otros estudios han revelado que el maquillaje femenino atrae a los hombres de más de cuarenta. Son datos que circulan en todos los medios. Día tras día conviene el brócoli y día tras día debemos evitar el brócoli hervido en demasía. Lo mismo puede decirse del idioma gestual, de la vestimenta, del color de piel, de las bebidas, de hábito de comer carne, zanahorias, o morcilla vasca. La espinaca, que era buena para Popeye, ya carece de todo valor energético.
Los informes seudocientíficos saturan la red y han ganado presencia notoria en todos los medios. Avalados, claro está, por profesionales de la salud que más se interesan por su imagen en cámara y los cables sueltos de las redacciones que por el rigor académico de aquellos investigadores que, en silencio, con sueldos miserables, ignorados por la mayoría, y hasta despreciados incluso, se queman las pestañas en los laboratorios experimentando e intentando aislar virus, bacterias y males que ciertamente aquejan a la humanidad. Cada vez que leo que tal o cual centro de estudios ha probado que la berenjena optimiza los embarazos o es factor determinante para el color de ojos de los futuros bebés, me digo: de aquí en más voy a introducir berenjena en la dieta de mi perro macho. Ese es el valor que merecen ese tipo de informaciones, si es que uno, claro, valora su salud mental.
Lo concreto: esta desdeñable divulgación seudocientífica de carácter mediático ha irrumpido e irrumpe en todos los hogares con una impunidad de la que es difícil salir o ignorar. De todos modos, la prueba más concluyente de estos estudios al pedo dan cuenta de lo idiota que pueden ser tanto sus emisores como quienes dan fe concluyente de sus resultados. Y de quienes los propalan. La frivolidad parece haber devorado los genuinos objetivos de algunas universidades y centros de estudios, por llamarlas de alguna manera. Es patético. Unos recientes estudios llevados a cabo en Groenlandia afirman que quienes escriben crónicas periodísticas como “impresiones” carecen, en un ochenta por ciento, del llamado “sentido común”. Es tranquilizador. Como lector y apasionado de la verdadera divulgación científica –no de la trucha- leo los avances concretos que se hacen en la UNLP, en nuestra modesta y valiosa UNLP. Unos pocos ejemplos: alimentos libres de colesterol, productos para celíacos, leche sin impurezas, panes o alimentos sin conservantes, etc. Escribo esta crónica con un buen vaso de vino al lado. No por el corazón, sino por afición. Nada más higiénico y saludable que el deseo. Mi perro, Tango, me mira con sus ojos azules mientras devora su berenjena. Aunque comer gofio extendería nuestras vidas.
6 Comments:
Sin el deseo estamos muertos. Con tanta información pagada por alguien entre bambalinas, idiotas.
Un abrazo.
Necesaria y oportuna reflexión. "Nada más higiénico y saludable que el deseo" (e incluso, tal vez, que el goce). No obstante, una universidad de Ljubljana descubrió que la lectura de blogs y flogs afecta la capacidad de escritura y por lo tnto c trmina scritvndo d 1 md q nd hentindddd i ........ :)))) ;P m paso paaaste lkooo
Pero no sé si es cierto; la única verdad es que no sé.
Abrazo.
Hola, Francisco. Y gracias por tu entrada, amigo. Cierto lo del deseo.
Cinzcéu, ya me parecía que algo de la universidad de Ljubljana se me había escapado. Blogs y flogs afectan severamente. Ahí nomás estamos sirviendo de ejemplo. No te contamines, amigo. Abrazo a la distancia!!
No coincido. Los medios no reflejan la realidad. Publican cosas entretenidas. La investigacion de la berenjena mueve 5 pesos, y la de neurotransmisores moleculares artificiales (estoy inventando) mueve 5.000 Que una salga en los medios no quiere decir para nadie sensato que es más importante. Es solo más entretenida como noticia. Los que invierten su tiempo y su dinero, los que estudian en serio, están en lo importante.
Ericz, ¿puedo coincidir en la no coincidencia? El último párrafo de tu comentario lo suscribo. Plenamente. Gracias por la entrada!
Hola Gabriel, un gusto haber llegado a tu blog, a mí me encantan esas afirmaciones cuasi científicas, mi estrategia es seguir la orden del día, si la cerveza es buena para los huesos de las mujeres, me compro un cajón, si la palta es buena para agilizar mi pc, ahí pongo dos aguacates encima de mi notebook, jajaj, ¡de algo hay que morir!
Un abrazo
Julieta
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