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14 mayo, 2007

Castrando a Freud

La aparición de El libro negro del psicoanálisis, un producto tan pueril como tardío, es, gracias al dogma de la refutación, la prueba más contundente de la validez del psicoanálisis. La paradoja surge de la propia campaña de descrédito. Montada en la década del ´60 en Estados Unidos por los conductistas y otros partidarios de las terapias comportamentales cognitivas (TCC), la desacreditación sistemática que se intenta de los postulados freudianos termina por afirmar esos mismos postulados. Publicado en Francia por Les Avènes, una editorial dedicada a las denuncias sensacionalistas, las casi 650 páginas y 900 grs. de El libro negro del psicoanálisis compiladas por Catherine Meyer apuntan a acusar a la teoría de "poco científica". No parece necesario profundizar más: la falacia revalida aquello que intenta negar. El psicoanálisis es precisamente doctrina y sus postulados, como los de toda disciplina, irrefutables. ¿Hace falta citar al Hechicero de Viena? Desmintiéndolo, se afirma.
Sin embargo, el embate en miligramos contra el psicoanálisis no es nuevo. El conductismo y las políticas expansivas de los laboratorios médicos multinacionales cada tanto apuntan contra Freud y sus seguidores. Es una estrategia de la medicalización moderna, amparada por las terapias comportamentales y cognitivas (TCC) y respaldada por los avances de las neurociencias más un arsenal de fármacos diseñados generacionalmente, a veces específicos, algunos de efecto racimo, otros de depósito y por supuesto también complementarios. La psiquiatrización de las sociedades representa en esta modernidad la extensión de aquello que Foucault, en sus cursos en el Collège de France, nominaba Seguridad, territorio, población, primero; y luego, en relación de continuidad, El poder psiquiátrico. Pero si hemos de ser justos hay que decir que el libro en cuestión propone -más allá de su estrategia provocadora-, un ataque desembozado, con armamento químico de última generación en las trincheras de la actividad sináptica de un lado y, del otro, nada o casi nada: lenguaje y teoría. Apenas eso. ¿Pero tanto escozor provocan las palabras? ¿Tanto temor la interpretación psicoanalítica? Son palabras, algunas dichas o balbuceadas, la mayoría no. De las olanzapinas y risperidonas, por mencionar apenas algunos sintéticos, al espacio interpretativo. Todo un corte.
Claro que un libro es lenguaje y éste, precisamente, comienza diciendo así: "Francia es, con la Argentina, el país más freudiano del mundo. En nuestros dos países es comunmente aceptado que todos los lapsus son reveladores, que los sueños develan deseos inconfesables y que un terapeuta es, forzosamente, un psicoanalista. (...) En el resto del planeta, desde hace treinta años, la autoridad del psicoanálisis se ha reducido en forma dramática(...)". Meyer compiló los ensayos, artículos, entrevistas y opiniones de cuarenta especialistas de diferentes áreas (historiadores, filósofos, psicólogos, epistemólogos) para demostrar la invalidez de una teoría. La pregunta surge sola: ¿por qué tanto énfasis en negar o rechazar aquello que no es, aquello que sencillamente carece de todo sustento o fundamento? El certificado de invalidez que intenta el libro de Meyer termina significando un lapsus incondicional que le llega a las huestes psicoanalíticas por la vía del discurso racional. Y encima por impregnación. Parece una boutade. Pero una boutade es lo que parece.
Entre la ortodoxia y el fundamentalismo intelectual, algunos detractores aseguran que Freud mintió, y mucho, para convencer a la sociedad científica de la época acerca de su método. Más allá de los "incontables suicidios" que se le achacan a la praxis psicoanalítica y a su creador (genocida e instigador intelectual, no se andan con chiquitas), el panfleto cientificista aporta opiniones en las que se asegura que Freud manipuló datos clínicos para adaptarlos a su teoría. Incluso se pone en tela de juicio el caso emblemático de la teoría psicoanalítica: Anna O. no sólo no habría sido curada de todos sus síntomas, como afirmó Freud, sino que se volvió morfinómana y debió ser internada en un neuropsiquiátrico. Por si fuera poco, se asegura que de los dieciocho casos de histeria que dice haber curado gracias a la rememoración de abusos sexuales olvidados, en realidad no curó ninguno. ¿Pero de qué tipo de cura hemos de hablar en términos psicoanalíticos?
Quienes batallan contra Freud y sus teorías han hecho de la praxis conductista una fast therapy para evacuar en pocas sesiones síntomas como miedos, timidez o fobias, sin jamás llegar a bucear en el origen inconsciente del problema. La supresión de estas sintomatologías es su primer área de acción. No él único. La casuística de los fármacos es de espectro amplio. Lo más singular del recopilado por Meyer establece que es un libro para "vivir, pensar y estar mejor sin Freud". Curioso, aboga por suprimir o ignorar uno de los pensamientos modernos más revolucionarios del siglo XX, que influyó no sólamente en la clínica médica sino en todas las manifestaciones sociales de Occidente, así como en las artes y la cultura en general. Omitir la trascendencia del pensamiento freudiano, además de utópico, roza el disparate. ¿Freud una forclusión en el tejido de la civilización moderna? ¿Y cómo pensar la Historia sin su aporte?
Alegan también que S.F. es tenido por los psicoanalistas como alguien absolutamente insuperable e inalterable, algo que no ocurre en ninguna otra disciplina científica, donde en el transcurso de un siglo los paradigmas cambian notablemente y los estudios y descubrimientos van avanzando, enriqueciendo y transformando a la disciplina. ¿Y qué se espera? ¿Que se lo ignore? Por si no bastara, plantean que su teoría no fue modificada a lo largo de cien años, donde jamás se cuestionó su validez, algo impensable en un universo científico donde las teorías evolucionan con la historia y la sociedad. ¿Modificada por enriquecida, querrán significar? Piedra libre para Lacan; de su fantasma verbal, ni hablar.
Con un poco de memoria baste recordar que las "enfermedades del alma" fueron tratadas de diferentes modos a lo largo de la historia, en épocas lejanas relacionadas con brujerías, posesiones demoniacas, úteros que migraban por el cuerpo, sangre envenenada, pasando luego a considerarse males hereditarios o enfermedades genéticas. Eso hasta que Sigmund Freud explicó el origen de los males del alma en su teoría psicoanalítica, y definió la forma en que la gente se enferma durante todo el siglo veinte. Según los partidarios de las teorías comportamentales y cognitivas, esto terminó. ¿Será el fin de la cultura, entonces? ¿O apenas un malestar? ¿Y con cuántos miligramos de antidepresivos "sociabilizamos" el malestar?
El ruso Pavlov sentó las bases del conductismo y las teorías del aprendizaje con sus famosos perros que salivaban al oir sonar una campanilla, advirtiéndonos acerca del esquema estímulo-respuesta. El libro negro del psicoanálisis está sonando en librerías, podemos salir confiados a comprarlo. ¿Si? ¿Y deberemos entonces leerlo todos de la misma manera? ¿funcionarán nuestras mentes en simetría y tabla rasa? ¿Y dónde queda el deseo? ¿Y el goce? ¿Y la líbido? Pulsión mediante, no hay duda: todo ha sido un sueño. Aunque la mentira más consciente del Inconsciente haya sido habernos hecho creer que no existe.

16 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Bueno, verás que a pesar de los contratiempos no pude dejar de meterme. Escribiste unas palabras que me intrigaron y me llevaron a un acto en menos de diez minutos...¿Cómo se puede desconocer ese poder? El lenguaje, lo único que nos diferencia del resto del reino animal...¿No vale nada? ¿Eso que nos consiste es nada? Coincido con vos, Gabriel: ¿Tanto esfuerzo para borrar la nada? Y sí, pero no es "la nada" del psicoanálisis lo que están tratando de negar (sabés que negar dos veces es afirmar una...), sino ese vacío que nos habita, a partir que hablamos, y con el que cada uno se las tiene que ver. Claro que, para el psicoanálisis, cada uno se las arreglará como mejor pueda: no hay estandarizaciones globalizadas de cómo hacer. Me gustó mucho lo que escribiste en general y particularmente cómo articulaste los temas que atraviezan a este libro que, convengamos, refleja toda una línea de pensamiento en la cual el otro, como sujeto, debe ser anulado para que aparezca como objeto de consumo, donde el otro sólo me sirve si es de tal manera y no se pone a pensar si quiere ser de otra: mejor si el otro no piensa, a ver si se aviva... Pero bueno, como analista, cuando me lo permitan un poco más las circunstancias, voy a seguir pensando. Y escribiendo.
Un beso y gracias por el texto, es muy bueno.

11:47 p. m.  
Blogger Recomenzar said...

Demasiado complejo para mí. Tu escrito bueno-- pero me dejaste sin palabras--. Mi Ya que soy yo-- mi sicoanalista diaria--y eso me deja tan cansada que ya ves---no puedo decir nada.
Abrazos

8:54 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Es raro porque como disociado yo pensé que estabas medicado.

JAY

2:54 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Pero por suerte no se silencia

5:49 p. m.  
Blogger Gabriel Báñez said...

Alicia, gracias por tu intervención que valoro y mucho. Es preciso y exacto lo de la nada que nos habita a partir del lenguaje, y muy cierto lo de la negación que redunda para, finalmente, conferirle validez al pensamiento que se intenta rechazar. Te mando un abrazo y renovado agradecimiento.

Mucha: tu Ya que sos Vos es una buena torre de observación para el análisis. Gracias y el abrazo.

JAY: no estoy medicado, ¿pero si lo estuviera, qué? ¿Es motivo de discriminación? Los fármacos han permitido avances maravillosos en el terreno de las neurociencias y la palabra "medicado" no me suena para nada peyorativa. Al contrario. Peyorativas son las siglas que enmascaran (como un fármaco) una identidad. Y si tuviera que medicarme para evitar las siglas del anonimato, muy feliz lo haría. Aunque para el pensamiento fascio aun no hay pastillas.

10:13 a. m.  
Blogger Francisco Ortiz said...

Soy freudiano. He tenido discusiones con psicólogos porque sigo defendiendo al viejo maestro. Lo bueno es que, para saber si acertó en muchas cosas, sólo hay que ponerlas a prueba. Soy freudiano, qué vivo sigue el maestro.

3:31 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

gabriel, antes que nada me gusto mucho tu post.
me parece que el famoso libro intenta volvernos cien años atras. tendria que aparecer de vuelta Freud, para nuevamente hablarnos sobre "analisis profano"..
y mi duda es, ¿todavia no entienden que al psicoanalisis no le interesa cosiderarse cientifico o no? en mi opinion, me parece que no necesita lo validen cientificamente, porque justamente no es ciencia y no intenta serlo
(o por lo menos no es a la manera de la ciencia de los ultimos dos siglos).
apunta a un Sujeto diferente, a otro tipo de realidad, en fin.. yo mandaria a estos señores eruditos a leer "El inconciente y la ciencia", especificamente el capitulo de Green.
Saludos.

Mady

9:16 p. m.  
Blogger Gabriel Báñez said...

Francisco, amigo, el que siga habiendo discusión en torno a los postulados freudianos prueba su vigencia. Precisamente. Un abrazo y gracias permanentes.

Mady: yo no lo podría haber dicho mejor. Ni es ciencia ni intenta serlo y -exacto- apunta a otro Sujeto. Gracias por tu precisa intervención. Y el saludo.

8:47 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Gabriel:

Andaba vagabundeando por el ciber-barrio y ¡vaya la suerte que tengo!, justo vine a tropezar con este estupendo curso de "corte y confección".

Te felicito el excelente uso del idioma, la claridad en la exposición de las ideas y, sobre todo, el acercarnos visiones, posiciones, injurias, anatemas y aplausos que contribuyen a ejercer la labor más importante (y suicida)de nuestra vida: TRATAR DE ENTENDER EL SAGRADO DESPELOTE QUE SIGNIFICA ESTAR VIVO.

Un fuerte abrazo.

10:03 p. m.  
Blogger Gabriel Báñez said...

Oscar, el fuerte abrazo. Entender el sagrado despelote de estar vivo no es, ni más ni menos, que aceptar que esa flor pueda nacer en otoño, invierno o cuando sea. ¿No estamos todos fuera de estación en tantísimos momentos de la vida? Yo creo que sí. Gracias por la visita, buenos platos y que el buen suzuki te lleve lejos.

8:41 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Todo lo de Froi es puñeta

11:08 p. m.  
Blogger Gabriel Báñez said...

Anónimo, gracias por tu valioso y puñetero aporte también.

8:51 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Los tuyos son mejores

1:13 p. m.  
Blogger Gabriel Báñez said...

Es experiencia, no te desanimes. Vas por el buen camino.

8:56 a. m.  
Blogger Cinzcéu said...

Una de las claves de esa forzosa y fraguada polémica contra el psicoanálisis es que "compite" en el mercado de la salud y visto que sólo la ciencia está legalmente habilitada para "competir" en él, de allí el esfuerzo por mostrar que no existe. Otra de las claves es la estupidez humana, pero para su cura la ciencia aún no descubrió pastillas y muchas terapias breves incluso se la han contagiado.
Espero volver para leer estas interesantes cosas. Saludos.

10:45 p. m.  
Blogger Gabriel Báñez said...

No, para la estupidez humana no hay pastillas. En un lapsus de la ciencia apareció la doctrina psicoanalítica. Demasiado tarde para medicación y lágrimas. Te saludo, te estoy visitando.

2:40 p. m.  

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