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02 abril, 2008

Dobles

Conozco un par de López que rapiñaron Campos, Puentes y hasta Olmos para darle un poco más de lustre al apellido. Lo mismo hicieron algunos Pérez, Martínez, Gómez, Giménez y un montón de Garcías. Es comprensible, si yo fuera Domínguez no habría salido a la vida así nomás, como un Domínguez cualquiera, desnudo y sin linaje. Antes me hhubiera cubierto las partes con un Alcántara, un Montes de Oca o un Domínguez Domínguez, redoblando la apuesta y elevando al cuadrado mi nombre familiar. Pero no, tengo la desgracia de un solo apellido que no pega ni junta con el otro, el de mi madre: Caviccini. Un horror la yunta. No tener lustre o prosapia es un castigo bíblico. Hace meses que estoy intentando alguna martingala etimológica para zafarle a la miseria semántica del Báñez genealógico, pero nada: es un mísero arbolito.
¿Puede haber un apellido más opaco, famélico de alcurnia y despojado de toda pompa, me pregunto? Imposible. Para peor, los idiotas de mis antepasados perdieron la I en algún registro civil de segunda del país basko y jamás la reclamaron. No es mucho, pero podría haber sido una I mayúscula. Con esa letra por delante jamás hubiera padecido los tormentos cacofónicos en mis tiempos de escolaridad simple. "Báñez no te bañez", me cargaban. Lo único que pude hacer frente a la precariedad etimológica que me tocó en suerte fue agregarme un acento. Nada, pura chapucería. Claro que en cuanto se lo enjareté a la á quedé, sino más agudo, sí un poco más grave. Con más carácter quiero decir. De aquellos tiempos escolares recuerdo que un día mi padre me revisó el boletín y protestó porque la maestra me había puesto el acento. "Ella no fue, fui yo -le aclaré-, le dije que iba con acento". Se rascó la cabeza y dijo: "Sí, puede ser, nunca está de más un acento". A él esas cuestiones lo tenían sin cuidado, le daba lo mismo andar por el mundo con tilde o sin tilde, ser agudo, llano o cualquier cosa. "El nombre es lo de menos, algunos nombres terminan agotando a sus portadores", me explicó una tarde, más grave que esdrújulo. No sé. Los dobles apellidos bien encastrados son una belleza sonora. No es lo mismo una secretaria que anuncia por teléfono al señor "Menéndez Pardo" que la que dice "está Menéndez en el teléfono" o "volvió a llamar el denso de Pardo, ya es la tercera vez".
Me puse a pensar en estas cuestiones por el doble apellido que se viene para los recién nacidos, el de madre y padre. Dicen que la iniciativa legislativa es para darle mayor seguridad al niño, para que sea efectivamente inscripto y atenuar con ello las posibilidades de tráfico o trata. Puede ser. Y está bien. Pero la anexión tiene una ventaja adicional, si se piensa bien: el ascenso de las clases bajas al cielo semántico de las altas. Ya era hora, pavada de revancha. Pierden los que rapiñaron primero del árbol genealógico, ahora todos los argentinos vamos a ser Pérez Companc o Menéndez Behety, digamos. O a parecer, que es lo mismo. No es poca cosa, sobre todo si queremos ser primer mundo. También las mujeres van a dejar de ser "de". Aunque se sabe que siempre fue al revés y los "de" fuimos nosotros, es mejor, la cosa se blanquea. Sin prosapia, con una letra perdida y encima mal ensamblado, lo único que me queda es colgarme de otra rama del tronco familiar. La de mi abuela materna podría ser, con linaje en la ciudad condal de Barcelona: Puigdefábregas, todo junto. No queda mal. Los Pérez, Gómez, Ramírez, Giménez, Martínez, García, Domínguez y demás rapiñadores de poca monta van a tener que emplear la imaginación o recurrir a un tercer apellido. Se les vienen tiempos difíciles. Es la hora de los dobles.

9 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Gabriel, me encantó tu post y las notas de Malvinas. Te mando un saludo.

Bárbara

2:59 p. m.  
Blogger Cinzcéu said...

Si el angloparlante tiene problemas con el sencillo Báñez, lo imagino escuchando y transcribiendo el largo "baniezcavichini". Yo que vos me digo Báñez Iraola o Báñez Hawthorn, una rara mixtura que suena a criollo con estancia heredada en el sur. Aunque sea para no esperar en el teléfono.
Peor lo mío: mi apellido paterno es un común nombre de pila y el uso del materno sólo serviría a la disolución definitiva del primero. Por eso me inventé el Cinzcéu... Abrazo.

10:22 p. m.  
Blogger Gabriel Báñez said...

Hola, Bárbara. Gracias y el saludo a vos también.

Ja, el Iraola suena bien. Pero el Hawthorn es como implacable con la herencia del Sur. Cinzcéu tiene trazo delicado, una pincelada rumana bajada del árbol de Bucarest. Probablemente no sea un invento tuyo, hay que desconfiar de las invenciones propias. Al fin y al cabo toda la etimología viene de un arbolito común. El abrazo!

10:34 a. m.  
Blogger Alvaro G. Loayza said...

Amigo Gabriel, por extraños motivos he dejado por buen tiempo mis sanos hábitos blogueros, ahora volviendo a ellos regreso a la caja de costura literaria y me encuentro disquisición sobre los apellidos y la solemne alcurnia que puede otorgar un doble de los mismos. En mi caso yo ingenuo pensaba que el hecho de que las tres vocales intermedias de Loayza eran muy complicadas para los angloparlantes y me fui ufano y campante a las estepas castellanas donde no solo me encontré que no habían oído mentar a ningún homónimo, y para colmo durante seis años el portero de mi morada jamás pudo pronunciar adecuadamente mi apellido, "layza" o "loyza" su disyuntiva. Pero esa no es mi único quebradero de cabeza en materia de esta importantísima nomenclatura, ya que dentro de mi familia cercana, dígase los hermanos de mi padre, la mitad de ellos (son 4) dos llevan el apellido Loayza y otros dos Loaiza, así que la familia escindida, dividida y en los albores de una guerra civil onomástica por cual de los dos es el más ancestral, correcto y valedero de los dos apellidos. Así que desarraigado y mal pronunciado, me muevo por el mundo comprendiendo lo terriblemente grave que puede ser una i en materias tan delicadas concernientes al status del ser humano.
Un fuerte abrazo desde La Paz de alguien que quiere recobrar sus buenas costumbres.

1:35 p. m.  
Blogger Gabriel Báñez said...

Alvaro querido, la guerra onomástica que vienes emprendiendo desde los albores de tu Loayza genealógico te convierte en noble caballero. Pocos en este mundo están en condición virtuosa de llevar no digamos dos, sino tres. Te aconsejo desde el llano etimologico que asumas dignamente tus tres, que sonoridad y eufonía les sobra. Digamos Loayza Layza Loyza. Eso sí que es tener prosapia!

8:50 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Hola Gabriel tanto tiempo! Esto de los apellidos es un "temazo". En algunos casos da ventajas: Estudiantes juega con 12 cuando está de titular Iván Moreno y Fabianesi. En otros, el apellido sirve para que te mortifiquen por teléfono, tal el caso, del pobre Ratón Albino, que aún figura en la guía de La Plata. A mi también me deformaban el apellido en el colegio: gous, del codo, del gordo, etc. Ahora estoy pensando en quitarle una "ese" a mi apellido y colocarle acento...quien te dice que no ligue una herencia del conde.
¿Y-Bañez, que te parece la idea?
Abrazo. Jorge de Godos

11:08 a. m.  
Blogger Gabriel Báñez said...

Hola, Jorge. Pero no me jodas, tu rango preposicional te ubica en posición de rancia ralea. El "de" no es para cualquiera. Asumite doble y andá por el tercero, que es lo que corresponde. El abrazo invariable.

11:05 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Sí I-Báñez es una buena partición para hacerse doble o disociado. Para confirmarse mejor dicho.


Jay

7:44 a. m.  
Blogger Gabriel Báñez said...

Bueno, Jay, me confirmo.

11:20 a. m.  

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