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Cisura

Cultura

Octubre

EL CURANDERO

PAREDON PAREDON

VIRGEN

LOS CHICOS DESAPARECEN

LES ENFANTS DISPARAISSENT

http://photos1.blogger.com/blogger/2389/2951/1600/LE CIRQUE NE MEURT JAMAIS

HECER EL ODIO

GONDOLAS

HECHO A MANO

EL CIRCO NUNCA MUERE

EL CAPITAN TRES GUERRAS FUE A LA GUERRA

HACER EL ODIO

28 septiembre, 2008

Naboweb

Por lo general son imágenes en turismo web: los puentes del Sena, la bruma disipándose sobre los tejados de una Praga antigua, un campo de cerezos en Japón o el metro de Moscú. También pueden ser mensajes en versión “buenas ondas”, “armonía interior” o “la paz es una lucha cotidiana”. Hay de todo. Una buena parte son chistes. O salutaciones al voleo digital para el día del amigo, de la mujer, de la primavera, de la puesta del sol en alguna isla del Pacífico Sur o Maldivas. Nunca en Berazategui, La Matanza o Ezpeleta. Allí el sol no cae, lo perforan a balazos. No se trata de correo basura o spam, se trata estrictamente de correo para nada.
Pasa que hay una enorme cantidad de gente concentrada nada más que en reenviar naderías a través del correo digital. Y reenvía y reenvía hasta la extenuación, maravillada por la foto de ese adjunto o la música tercer milenio de un gil que toca el arpa en versión new age. Son legiones en la naboweb. Se realimentan, proliferan y se multiplican exponencialmente. No es fácil. Hay que tener tiempo y vocación. En los destinatarios de los mails reagrupan a decenas, centenas, para que estos a su vez repliquen la última gastada machista, feminista o sexista. Aburren, llegan al límite de lo insostenible.
Los últimos datos de esta poderosa herramienta que es Internet informan que del 89 al 94 por ciento del correo que circula vía web es basura. Dentro de esta basura, hay que clasificar. Por un lado, los rigurosos spams con el asunto “Urgent reply” o “¡Congratulations, you are a winner”, de los que proponen Viagra, Súper Viagra o un pene de metro y medio, con perdón de la hipérbole. Para los que alargan, no hay filtro que valga ni anti spam posible; y si lo hay, deja la PC tan pesada como idiota. Poderosa pero muerta. Para los otros, qué remedio: eliminar y eliminar. No queda otra.
El que siempre me escribe es Ogutu Mukambe. Dice: “From the desk of Mr. Ogutu Mukambe”. Debe ser un africano importante. Me explica que gané one million dólar, dear banez, y que debo hacer una simple transacción comercial en una cuenta por abrir a mi nombre en el Comercial Internacional Bank de Burkina Fasso. Un millón de dólares, nada mal. Un día de estos creo que la abro. La verdad, ya le tomé cariño a Ogutu. Después de cuatro meses de borrarlo todas las mañanas, estoy a punto de ceder. No por el dinero, sino para no defraudarlo. Es que de tanto insistir e insistir, el buen Mukambe se me ha tornado entrañable. Motor de amistad, digamos. Pasa que uno no es una basura, mucho menos un destinatario basura. Por eso, ya me dije: el día que abra y no lo encuentre, cierro la cuenta.

19 septiembre, 2008

¿Twins?


Ley segunda de
la
Estética: lo
que Dios ha
unido,
el
quirófano
no
lo
separe.

Partido Pirata Argentino

El Partido Pirata Argentino es un partido único. Un movimiento, más bien. Para reclamar el tesoro perdido en las Invasiones Inglesas o asomarse a Bolivia off the record, ver acá.

Así de sencillo


Se ahorcó. Al volver a su casa la mujer lo encontró ahorcado. Tenía cuarenta y seis años David Foster Wallace y, según refieren las crónicas, una fuerte compulsión al suicidio. Lo que no explica nada: un suicidio es la compulsión de los demás por hallar razones. El lugar común de la depresión, otra referencia tranquilizadora. En los demás, porque lo irreparable de quitarse la vida siempre va entre signos de interrogación. Aunque la evidencia esté muy clara. Las evidencias de David Foster Wallace: “La mayoría de los suicidas están realmente muertos mucho antes del momento en que aprietan el gatillo”, de un discurso en el Kenyon Collage, en el 2005. Evidencia parcial, él no apretó el gatillo. Otra: “Entendí en un nivel intuitivo por qué la gente se mata. Si tuviera que seguir por más tiempo con ese sentimiento, seguramente me mataría yo también”, de una de sus obras de más éxito: La broma infinita. Ficción pura. Una más: “ese texto es una muestra más de mi naturaleza auto-destructiva”, de su respuesta al Boston Globe por el artículo de las langostas de Gourmet Magazine. Periodismo al paso: no es muy saludable confiar en las entrevistas.
Todo tan obvio, basta seguir las migas de pan de Hansel y Gretel en el bosque de los suicidas. Pero el follaje es alto, no deja entrar la luz: “Creo que es el mejor momento para estar vivo y para ser escritor. No estoy seguro de que sea el momento más fácil”. La contradicción es aparente. También aparente la oración fúnebre de Sócrates con la que se lo citará, ya que la erudición de Wallace recordaba de continuo este epitafio y diálogo. No es memoria oscura, sin embargo: Sócrates desvirtúa irónicamente las capacidades de los oradores y la retórica. “Son discursos que elabora cualquiera”, podría haber dicho. Como los de Wallace. Por eso, hay huellas, pero podrían ser falsas. Aún las que aluden explícitamente al suicidio. Las otras, más nítidas, las editó Mondadori para nuestro idioma. Tienen título estas huellas: La broma infinita, los relatos de La niña del pelo raro, Entrevistas breves con hombres repulsivos, Extinción, y los ensayos Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer y Hablemos de langostas. Pueden orientar sin error estas pistas y hasta interpretárselas –valga la redundancia- como una adicción. Se ahorcó, así de sencillo.

12 septiembre, 2008

Leer es un acto provocativo



Olvidar es parte de leer; recordar lo que se ha olvidado, uno de los placeres. En un breve manual sobre la lectura recientemente editado en nuestro país ( El ambiente de la lectura, FCE), Aidan Chambers, maestro, monje y escritor, nos recuerda que el arte de la memoria radica no tanto en lo inmediato, como en la lejanía temporal. Memoria es igual a recuperación, dice, y esta facultad se acrecienta con la lectura. ¿Somos buenos recuperadores los argentinos? Los países con buena memoria leen. Tienen incorporado el hábito de la lectura no sólo en las instituciones educativas, sino en el hogar. Primero allí.
Chaimbers señala que un primer acercamiento a la lectura es visual. No a partir de la letra escrita, obvio, sino a partir del objeto libro. El libro ocupando un espacio en la casa: lomos de libros en un anaquel, una pila en un rincón, uno en la mesa de luz del dormitorio. No interesa tanto que no se lo lea (o sí, claro), sino que primero se lo vea. Que forme parte del universo cotidiano de la casa. Que ese objeto tenga identificación con la palabra libro. La ritualidad –de la lectura en este caso- se inicia a partir del conocimiento previo. La educación por los sentidos: ver, tocar, oler.
Para que la lectura exista, previamente debe crearse un ambiente. Es esencial. Como una pecera con agua si nos interesa la reclusión de peces. La comparación es pérfida, claro. Lo cierto: un televisor ocupa un espacio físico menor que una determinada, aunque exigua, cantidad de volúmenes. Pero su espacio de tiempo en términos de consumo es infinitamente mayor. La pregunta surge sola: cuando está apagado, ¿cede terreno ante las pilas de libros o su presencia continúa siendo más importante? En muchos hogares ocupa más espacio físico que los libros. El formato plasma y los LCD representan la ironía de la ecuación.
En lo que es la lectura como actividad educacional, Chambers habla de un círculo de lectura integrado por un adulto facilitador en el centro del círculo y por tres factores más redondeando ese centro: libros debidamente seleccionados, lectura entendida en términos de tiempo y respuestas o conversación formal e informal acerca de lo leído. Pero para que este circuito elemental se cumpla, “la lectura debe ocurrir en algún lado”. Se entiende: el dónde leemos afecta el cómo leemos. ¿Están nuestras escuelas preparadas para generar ambientes de lectura favorables?
Unos catorce años atrás, recorriendo el Sur de Chile, me llamó la atención el acceso a un muelle, con una plataforma ancha y elevada que se extendía sobre la playa unos metros antes de ingresar al mar. Sobre la plataforma, bancos individuales con un madero cada uno de ellos que se separaba en posición oblicua. Pregunté para qué eran. “Son atriles, para leer”. Los chilenos, además de pescar, pueden disponer de algunas escolleras para leer de cara al Pacífico, si el tiempo lo permite. Con poco se crea un ambiente. El hábito es anterior. Hoy Chile posee uno de los más altos índices promedio de lectura anual por habitante de América latina. Los atriles son un dato insignificante de la ecuación.
Poner en valor. La expresión aparece en casi todos los discursos políticos. Todos “ponen en valor”. ¿Pero qué es poner en valor? Chambers da un ejemplo, lejos del lugar común. Las bibliotecas son necesarias, por supuesto. Pero tanto o más necesarias que las bibliotecas son los locales dedicados a la venta de libros. Cada escuela, dice, debería poseer uno. Que los jóvenes valoren el libro en términos de posesión. Como objeto. “Los lectores apasionados tienden a ser compradores de libros”. Un libro –destaca-, debe valorarse también a través del sentido de pertenencia. Por supuesto, la sugerencia suena exótica en medio de nuestra crítica realidad educacional argentina. Pueden hacerlo los establecimientos de élite únicamente, esos donde el marketing del aprendizaje escolar funciona (a veces como apariencia, pero como apariencia que funciona). Sin embargo, estimulados por nuestras carencias, ¿no podríamos nosotros imaginar algunos “atriles” también?. El trueque, por caso. Crear un mercado de lectores en el circuito escolar con la inclusión del trueque como moneda de lectura o valor de cambio. ¿Es tan imposible? En épocas de crisis y corralito algo parecido se impuso. Cambio libro por, ¿por qué podría ser? Leer es un acto provocativo: en los demás, en quienes lean este post, están las respuestas.

02 septiembre, 2008

Homenaje

“Febrero de 1978, abril de 1980…”, las fechas se iban sucediendo desde 1977, y Adelina Dematti de Alaye las iba consignando una a una para dar a conocer el derrotero de una escritura íntima y desgarrada que a modo de diario o de cartas le iba escribiendo a su hijo Carlos Esteban cuando lograra reencontrarse con él. Nunca pudo hacerlo, sigue desaparecido. Tampoco nunca, hasta el pasado lunes, había leído en público esas páginas amarillentas. Fue un momento extraño, colmado de silencio y de presencias. “Hoy tomamos el micro y fuimos a Buenos Aires, a la plaza de Mayo. Pero hoy nos reprimieron y nos llevaron a la seccional quinta. Más de ocho horas encerradas, nos largaron a la 1 de la mañana, pero nada quise dejarles, ni las necesidades fisiológicas, más de ocho horas sin ir al baño y sin tener ganas de hacerlo. Ni la orina les iba a dejar. No fui la única: a todas nos pasó lo mismo”.
Pausadamente -en el marco del homenaje que la Municipalidad de La Plata, la Legislatura provincial y la ciudad toda le rindió por su incansable lucha-, Adelina fue leyendo esos párrafos sueltos, retazos, de su diálogo con el hijo desaparecido. ¿Cuántas cartas le escribió? Muchas, todas en las peores condiciones. “Yo pensé que sí, que algún día él iba a leerlas, pero no…Y cuando vino al país la Comisión Internacional por los Derechos Humanos y nos dijo ‘ya no hay mucho por hacer’, yo me dije que sí, que aún quedaban cosas por hacer; la memoria, por ejemplo”.
Una Legislatura colmada de Madres, Abuelas, autoridades, funcionarios, amigos y vecinos escuchó los fragmentos de las cartas de Adelina. “Yo guardo recortes, guardo todo, tengo esa manía”. En algún momento se quebró, en algún momento el Dr. Pablo Bruera también trastabilló con alguna palabra y en la duda dejó colar la emoción. Fue bueno, merecido. El homenaje que la ciudad le rindió a la querida Adelina el lunes tuvo tanto de intenso como de entrañable. Flores para la Madre, un coro, luego el tema de Gieco y una zamba para cerrar. Enseguida un poema inclaudicable, directo, leído en voz baja, íntima, bajo un pañuelo tan propio como heredado. “Fue un milagro”, dijo Adelina cuando relató el encuentro en Luján con quien había sido el amigo de Carlos Esteban. “Estaba vivo y fue un milagro”, remarcó. A los jóvenes les dejó un mensaje breve, contundente: “responsabilidad y derechos”.
“La marca de la infamia” es un título. La marca de la infamia, sin embargo, es algo más. Es la tarea que esta brava docente de Chivilcoy se tomó en una investigación que está próxima a editarse en el sello La Comuna sobre las tumbas NN en el Cementerio de La Plata durante los años del proceso. Quedan cosas por hacer, Adelina las sigue haciendo.