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29 mayo, 2007

Los Teletubbies son invertidos


Si no hubiera sido por Ariel Dorfman, que en la década del ´70 nos aleccionó desde Washington D.C., acerca de cómo leer al Pato Donald, hoy estaríamos perdidos. En particular los latinoamericanos. Gracias a ese libro crucial aprendimos de las transnacionales que se movían detrás del Tío Patilludo, de los mensajes subliminales del propio Donald y hasta de las sibilinas intenciones de los tres sobrinitos, quienes intentaron colonizarnos ideológicamente. Desde entonces, la lección es clara: no hay dibujo animado inocente. Bien que lo sabemos. Desfilaron ante nosotros las sadoperversiones del abuelo de Heidi y de la propia Heidi; las cobardes inclinaciones golpeadoras de Pedro Picapiedra; el exhibicionismo impúdico de Bety Boop (antecedente nefasto del más nefasto baile del caño); la
violencia vial del Correcaminos; la patología policial de Tom y Jerry; las consignas pro anabólicas del patovica Popeye y su anoréxica Olivia; el consumismo de Sarah Key; la dependencia afectiva de Garfield; y así podríamos seguir hasta el cansancio. La lista es amplia y tenebrosa. Ni qué decir de los dibujos japoneses, animados por supuesto por el más amarillo de los mensajes de despersonalización pro digitech; o de los perniciosos y disfuncionales Simpson, soliviantados en función del caos, la disgregación familiar y la cerveza. Jamás hubo un solo dibujito que no se trajera algo bajo el poncho. Sediciosos como los Pitufos o inmorales como los Futurama, la genealogía de los cartoon nunca ha estado orientada a claros intereses.
Ahora por suerte el gobierno polaco ha puesto el ojo en los infames Teletubbies, los dibujitos ingleses creados en 1997 por Anne Wood y Andrew Davenport para pervertir y desviar las mentes infantiles de la sana sexualidad. Con buen criterio, el ministro de Educación polaco, Roman Giertych, ha designado un grupo de especialistas en animación y psicología infantil muy temprana (los Teletubbies son para chicos en edad preescolar, fácilmente moldeables) para analizar el componente homosexual de Tinky Winky, uno de los personajes de la serie. Ewa Sowinska, defensora de los derechos de los niños designada por el gobierno de Polonia, declaró días pasados: "Estoy muy preocupada por la posibilidad de que el programa de la BBC promueva la homosexualidad entre los polaquitos y las polaquitas, es indistinto", aclaró. Y agregó, no sin sagacidad: "Me di cuenta de que Tinky Winky tenía un bolso de señora, pero no de que era un chico. Al principio pensé que el bolso era algo que llevaba. Luego supe que podía contener un componente homosexual". Perspicaces palabras. Aparte de los claros signos fálicos, vaginales y desviados en sus molleritas, no hace falta ser especialista para entender que Tinky Winky, así como los tres restantes Teletubbies, son de naturaleza invertida. Incluso, si lo analizarmos en detalle, transexual. Y que el bolso en cuestión carga, sino con vibradores y otros implementos para la tramoya y la fiestita, un claro mensaje gay. Los colores morado de Tinky Winky, verde de Dipsy, amarillo de Laa-laa y rojo de Po, indiscutiblemente hablan también de la aberrante orientación moral de los protagonistas. Nunu, la aspiradora con vida propia, es claro símbolo tanto de la virilidad incorporada como, en el subtexto, de su inmunda actividad succionadora. Los Teletubbies, al menos en Polonia, parecen tener los días contados. Es una suerte. La medida del gobierno es ejemplarizadora y debería imitarse en otros países. Polonia, al menos por algunas generaciones, podría librarse de la homosexualidad. "Por un futuro sin putos ni lesbianas", sería una buena consigna mundial.

23 mayo, 2007

Lautréamont en Córdoba


Quinqué Ediciones acaba de distribuir los Cantos de Maldoror (Satánica Trinidad), del Conde de Lautréamont (Isidore Ducasse, 1846-1870) con traducción directa del francés de Aurora Venturini y comentarios de la autora acerca de los seis cantos de Maldoror. Se trata, como se sabe, de uno de los documentos máximos que antecede al surrealismo literario, y a ellos Aurora Venturini ha agregado una amplia bibliografía así como notas debidas a comentaristas de la obra de Lautréamont y apuntes referidos a la biografía tan secreta como oscura de Ducasse, nacido en Montevideo, hijo de diplomáticos franceses en Uruguay, maldito entre los malditos simbolistas franceses, y precursor de la corriente "monstruosa" en las letras por definición (y rechazo) de León Bloy. El trabajo de Aurora Venturini -varios años abocada a esta traducción- no se limita, sin embargo, al traspaso "literal" de los cantos, vertiéndolos del francés al castellano y respetando las estrofas en que está dividido cada uno de ellos, sino que incluye un muy apasionante "Anecdotario" a través del cual nos enteramos que Lautréamont leyó su Canto Primero en la provincia de Córdoba, a familiares directos -como la tía, Amelia Suárez Ducasse, y sus tres primos-, luego de lo cual y de los escándalos del caso, la mujer se confiesa ante un cura, abomina de las atrocidades que ha escuchado de boca de su sobrino, y el poeta es tratado de "loco, poseso y blasfemo". Abandona Lautréamont el continente americano y retorna a París, de donde nunca volvió a partir y donde se pierde su rastro. Entre los comentarios que incluye la escritora y traductora (Premio Pirandello de Oro en Italia y Cruz de Hierro en Francia), conviene destacar las menciones que hace por los aportes de Enrique Pichón Riviére, Vicente Zito Lema, Ana Pampliega de Quiroga, así como los comentarios a la obra que en su momento efectuaron Pablo Neruda, André Bretón, Enrique Lihn y otros. Otros hallazgos sumamente valiosos del libro: los antecedentes y conocimientos de Lugones acerca de la obra de Ducasse, el dato de que es Lautréamont el primero en mencionar a Buenos Aires como "la Reina del Plata" y la comparación estricta que establece entre la "Metempsicosis" lugoniana y los Cantos. La Satánica Trinidad (Ducasse Padre, Lautréamont Hijo y Maldoror Espíritu Satánico) está compendiada en un magnífico trabajo que rescata el espíritu en tinieblas de uno de los poetas mayores de la literatura universal. Una traducción precisa, por demás rigurosa respetando los alejandrinos, que Venturini ha tomado de la edición de Ginebra de la que hoy sólo se conservan en todo el mundo 165 ejemplares, así como -comparativamente- del iniciático Les Chants de Maldoror; Paris Impr. Balitout (1868), Impr. A. Lacroix (1869) y de las restantes ediciones y que ha dedicado a Violette Leduc y a Natalie Sartre. Como se sabe, la primera versión castellana de las obras completas de Lautréamont y la primera íntegra de los Cantos de Maldoror, fue publicada por primera vez en Buenos Aires en 1964, con traducción de Aldo Pelegrini. La edición posterior es de 1970 (Seix Barral), e incluye otros textos, como poesías y cartas.

14 mayo, 2007

Castrando a Freud

La aparición de El libro negro del psicoanálisis, un producto tan pueril como tardío, es, gracias al dogma de la refutación, la prueba más contundente de la validez del psicoanálisis. La paradoja surge de la propia campaña de descrédito. Montada en la década del ´60 en Estados Unidos por los conductistas y otros partidarios de las terapias comportamentales cognitivas (TCC), la desacreditación sistemática que se intenta de los postulados freudianos termina por afirmar esos mismos postulados. Publicado en Francia por Les Avènes, una editorial dedicada a las denuncias sensacionalistas, las casi 650 páginas y 900 grs. de El libro negro del psicoanálisis compiladas por Catherine Meyer apuntan a acusar a la teoría de "poco científica". No parece necesario profundizar más: la falacia revalida aquello que intenta negar. El psicoanálisis es precisamente doctrina y sus postulados, como los de toda disciplina, irrefutables. ¿Hace falta citar al Hechicero de Viena? Desmintiéndolo, se afirma.
Sin embargo, el embate en miligramos contra el psicoanálisis no es nuevo. El conductismo y las políticas expansivas de los laboratorios médicos multinacionales cada tanto apuntan contra Freud y sus seguidores. Es una estrategia de la medicalización moderna, amparada por las terapias comportamentales y cognitivas (TCC) y respaldada por los avances de las neurociencias más un arsenal de fármacos diseñados generacionalmente, a veces específicos, algunos de efecto racimo, otros de depósito y por supuesto también complementarios. La psiquiatrización de las sociedades representa en esta modernidad la extensión de aquello que Foucault, en sus cursos en el Collège de France, nominaba Seguridad, territorio, población, primero; y luego, en relación de continuidad, El poder psiquiátrico. Pero si hemos de ser justos hay que decir que el libro en cuestión propone -más allá de su estrategia provocadora-, un ataque desembozado, con armamento químico de última generación en las trincheras de la actividad sináptica de un lado y, del otro, nada o casi nada: lenguaje y teoría. Apenas eso. ¿Pero tanto escozor provocan las palabras? ¿Tanto temor la interpretación psicoanalítica? Son palabras, algunas dichas o balbuceadas, la mayoría no. De las olanzapinas y risperidonas, por mencionar apenas algunos sintéticos, al espacio interpretativo. Todo un corte.
Claro que un libro es lenguaje y éste, precisamente, comienza diciendo así: "Francia es, con la Argentina, el país más freudiano del mundo. En nuestros dos países es comunmente aceptado que todos los lapsus son reveladores, que los sueños develan deseos inconfesables y que un terapeuta es, forzosamente, un psicoanalista. (...) En el resto del planeta, desde hace treinta años, la autoridad del psicoanálisis se ha reducido en forma dramática(...)". Meyer compiló los ensayos, artículos, entrevistas y opiniones de cuarenta especialistas de diferentes áreas (historiadores, filósofos, psicólogos, epistemólogos) para demostrar la invalidez de una teoría. La pregunta surge sola: ¿por qué tanto énfasis en negar o rechazar aquello que no es, aquello que sencillamente carece de todo sustento o fundamento? El certificado de invalidez que intenta el libro de Meyer termina significando un lapsus incondicional que le llega a las huestes psicoanalíticas por la vía del discurso racional. Y encima por impregnación. Parece una boutade. Pero una boutade es lo que parece.
Entre la ortodoxia y el fundamentalismo intelectual, algunos detractores aseguran que Freud mintió, y mucho, para convencer a la sociedad científica de la época acerca de su método. Más allá de los "incontables suicidios" que se le achacan a la praxis psicoanalítica y a su creador (genocida e instigador intelectual, no se andan con chiquitas), el panfleto cientificista aporta opiniones en las que se asegura que Freud manipuló datos clínicos para adaptarlos a su teoría. Incluso se pone en tela de juicio el caso emblemático de la teoría psicoanalítica: Anna O. no sólo no habría sido curada de todos sus síntomas, como afirmó Freud, sino que se volvió morfinómana y debió ser internada en un neuropsiquiátrico. Por si fuera poco, se asegura que de los dieciocho casos de histeria que dice haber curado gracias a la rememoración de abusos sexuales olvidados, en realidad no curó ninguno. ¿Pero de qué tipo de cura hemos de hablar en términos psicoanalíticos?
Quienes batallan contra Freud y sus teorías han hecho de la praxis conductista una fast therapy para evacuar en pocas sesiones síntomas como miedos, timidez o fobias, sin jamás llegar a bucear en el origen inconsciente del problema. La supresión de estas sintomatologías es su primer área de acción. No él único. La casuística de los fármacos es de espectro amplio. Lo más singular del recopilado por Meyer establece que es un libro para "vivir, pensar y estar mejor sin Freud". Curioso, aboga por suprimir o ignorar uno de los pensamientos modernos más revolucionarios del siglo XX, que influyó no sólamente en la clínica médica sino en todas las manifestaciones sociales de Occidente, así como en las artes y la cultura en general. Omitir la trascendencia del pensamiento freudiano, además de utópico, roza el disparate. ¿Freud una forclusión en el tejido de la civilización moderna? ¿Y cómo pensar la Historia sin su aporte?
Alegan también que S.F. es tenido por los psicoanalistas como alguien absolutamente insuperable e inalterable, algo que no ocurre en ninguna otra disciplina científica, donde en el transcurso de un siglo los paradigmas cambian notablemente y los estudios y descubrimientos van avanzando, enriqueciendo y transformando a la disciplina. ¿Y qué se espera? ¿Que se lo ignore? Por si no bastara, plantean que su teoría no fue modificada a lo largo de cien años, donde jamás se cuestionó su validez, algo impensable en un universo científico donde las teorías evolucionan con la historia y la sociedad. ¿Modificada por enriquecida, querrán significar? Piedra libre para Lacan; de su fantasma verbal, ni hablar.
Con un poco de memoria baste recordar que las "enfermedades del alma" fueron tratadas de diferentes modos a lo largo de la historia, en épocas lejanas relacionadas con brujerías, posesiones demoniacas, úteros que migraban por el cuerpo, sangre envenenada, pasando luego a considerarse males hereditarios o enfermedades genéticas. Eso hasta que Sigmund Freud explicó el origen de los males del alma en su teoría psicoanalítica, y definió la forma en que la gente se enferma durante todo el siglo veinte. Según los partidarios de las teorías comportamentales y cognitivas, esto terminó. ¿Será el fin de la cultura, entonces? ¿O apenas un malestar? ¿Y con cuántos miligramos de antidepresivos "sociabilizamos" el malestar?
El ruso Pavlov sentó las bases del conductismo y las teorías del aprendizaje con sus famosos perros que salivaban al oir sonar una campanilla, advirtiéndonos acerca del esquema estímulo-respuesta. El libro negro del psicoanálisis está sonando en librerías, podemos salir confiados a comprarlo. ¿Si? ¿Y deberemos entonces leerlo todos de la misma manera? ¿funcionarán nuestras mentes en simetría y tabla rasa? ¿Y dónde queda el deseo? ¿Y el goce? ¿Y la líbido? Pulsión mediante, no hay duda: todo ha sido un sueño. Aunque la mentira más consciente del Inconsciente haya sido habernos hecho creer que no existe.

06 mayo, 2007

Moto es un viaje interior

Para quienes amamos las motos, Zen y el arte del mantenimiento de la motocicleta es un libro tan esperpéntico como de culto. Lo escribió Robert M. Pirsig a comienzos de los setenta y se publicó en Estados Unidos en 1974. Veinte años después se tradujo al castellano (Mondadori, col. "Mitos de bolsillo"). Me lo regaló mi hijo Facundo para un cumpleaños y cada tanto lo vuelvo a leer al azar, después de limpiar bujias o ajustar cadena. Tiene esas manchas y el encanto "on the road" de aquellos años, un poco atravesado por la onda zen de la costa Oeste norteamericana; new age que ya despertaba, contracultura que emprendía la retirada. Del viaje interior y la expansión ácido de la conciencia, a la búsqueda de la armonía con el cosmos, el tai chi y las dietas orgánicas con arroz integral. No es un libro pretencioso, está atravesado por lugares comunes y tiene pasajes que bien pueden evitarse. Pirsig lo escribió porque es la crónica de un viaje en moto que emprenden él, su hijo de 11 años y una pareja amiga, por las rutas secundarias que van de Minnesota a California, atravesando las llanuras centrales del país. Los editores lo presentan como novela y no está mal, pero lo que prevalece son las observaciones y aprendizajes, refundiendo orientalismo y tecnología, un poco de mística solidaria con manillares y alforjas. Estrambótico el cruce, pero en algunas marchas funciona. Lo releo cada tanto y con placer porque es un engendro curioso. Como se ve, muy lejos de las Crónicas de Motel.
Zen y el arte del mantenimiento de la motocicleta (título bizarro, si los hay) guarda sin embargo el atractivo contracultural de los sesenta y setenta pero revierte el vulgar estereotipo motoquero de los Hells angels y otras pandillas. Nada que ver, moto -bien lo sabemos-, es libertad. Hollywood, la ignorancia, el lugar común y un buen número de automovilistas prejuiciosos y colmados de envidia han hecho el resto.
De este desconocido y heterodoxo libro no voy a rescatar las reflexiones del budismo vía vulgata californiana porque, es obvio, me superan; pero sí tienen valor algunas apreciaciones sobre la taxonomía de la moto, sus funciones y posibilidades, como así también los apuntes que Pirsig va haciendo sobre el arte, la creación y alguna que otra arriesgada teoría estética, de donde se desprenden el Fedro personje, Kant, Poincaré y una larga perorata sobre la Calidad que tanto le obsesiona como concepto. "Cuando el pensamiento analítico -el cuchillo- es aplicado a la experiencia, siempre hay algo a lo que se le da muerte en el proceso. Esto es cosa entendida en las artes. Mark Twain, después de haber reunido los conocimientos suficientes como para pilotear una embarcación en el Mississippi, descubrió que el río había perdido su belleza". Luego, "las relaciones estructurales de la moto son similares a las del establishment del gobierno, y sus funciones mantienen significación aún cuando todo lo demás ha perdido propósito". Otra: "Cuando sustraemos Calidad, obtenemos cuadratura. La ausencia de Calidad es la esencia de la cuadratura". El misticismo filosófico lleva a Pirsig a indagar en otras cuestiones, surgidas de la visión contemplativa del paisaje desértico. No necesita peyote, la moto y cada uno de sus componentes mecánicos dan dinámica al zen de la vida. Resolver el problema de un tornillo en el eje de suspensión es tan vital como cualquier dilema de la existencia. Un libro obvio, sin duda envejecido y tan infantil como ingenuo al cruzar Buda con un distribuidor o la retórica de Aristóteles con la organización de las válvulas. Sin embargo, en mi mente primaria y custom, tiene un lugar de privilegio. Como cuando viento y distancia se acoplan.

03 mayo, 2007

Las "Historias verdaderas" de Gombrowicz III

LAS CARTAS (fragmentos)

Por Juan Carlos Gómez

Las cartas que Gombrowicz me escribió fueron publicadas en la Argentina en Cartas a un amigo argentino pero no en Polonia, porque la viuda no quiere. Diecinueve de las cartas que yo le escribí a él, las únicas que me quedan, fueron publicadas en Polonia pero no en la Argentina, porque los editores no quieren. En esta narración que hemos intitulado Las Cartas le echamos otra vez una mirada a todas las cartas que Gombrowicz me escribió, a tres de las cartas que yo le escribí a él, y a dos de las que me escribió Kot Jelenski a mí, el primer gombrowiczólogo que había aparecido en el mundo (...).
Nosotros éramos un grupo de jóvenes veintiañeros que fuimos fascinados por Gombrowicz de la misma manera que aquellos otros jóvenes que se acercaron a él cuando llegó a la Argentina en la que empezó a construir esa especie de Homero grotesco para cautivarnos con sus mitos y con sus leyendas. Fuimos personas que estuvimos más o menos cerca de Gombrowicz, personas con las que tuvo que restañar el tejido de la existencia que se le había roto en Polonia. Personas, ya casi todas ausentes, que dieron testimonio de su relación con Gombrowicz en muchos pasajes de sus vidas.
Nosotros éramos la barra del Rex, la de Tandil, y en mucho menor medida, la de Santiago del Estero. Los representantes más conspicuos de Tandil: Mariano Betelú (Flor de Quilombo) y Jorge Di Paola (el Asno); los de Santiago del Estero: Roberto Santucho (el Indiecito) y Allub Mansur (el beduino); los de Buenos Aires: Enrique Wendt (el Alemán) y yo (Goma). Ninguno se salvó, todos fuimos rebautizados por Gombrowicz. Formábamos sistemas de planetas alrededor de un sol que de vez en cuando se alejaba del Rex para organizar el movimiento de cuerpos celestes en otras provincias.
La Argentina fue para Gombrowicz un campo de maniobras en el que descubrió muy pronto que la tensión entre la inmadurez y la forma no era tan drástica como lo era la que existía en Europa y que estalló cuando pisó Buenos Aires, era una tensión apacible que no necesitaba ocultarse sino que más bien se revelaba. La Argentina le tendió una mano amistosa con la que pudo poner a punto su concepción de que el hombre se defiende de las deformaciones y lucha con las contradicciones que resultan de la aproximación de la forma a la inmadurez (...)
En el año 1957 Gombrowicz me escribe la primera carta, me la manda desde Tandil. Buscando un alivio para sus bronquios atacados por el asma Gombrowicz se nos va a Tandil. Algo había que lo atraía en esa ciudad del sur, como la lámpara que atrae a las mariposas. Pasó cinco temporadas por allá entre los años 1957 y 1960, en total unos diez meses más o menos, y convirtió a Tandil en un lugar mítico (...).
Pero Gombrowicz siempre tuvo dos versiones para dar cuenta del mismo asunto, en el "Diario" escribe: "En un edificio vi un anuncio pequeño; ‘Nueva Era, periódico diario’. Entré. Me presenté al redactor, pero no tenía ganas de hablar, tenía sueño y por eso no me expresé muy felizmente que digamos. Dije que era un "escritor extranjero" y pregunté si en Tandil había alguien inteligente a quien valiera la pena conocer."
Para los de Buenos Aires algunas de las cosas que ocurrieron en Tandil se volvieron legendarias: el asombro de Gombrowicz cuando supo, casi recién llegado a Tandil, que Jorge Di Paola había leído "Ferdydurke"; la compota de Mariano Betelú que protegió a Gombrowicz de sus ensoñaciones con su propia muerte; la ceremonia que armó Deolinda de Mauro en su casa celebrando la llegada del contrato de Julliard para editar "Ferdydurke" en París.

Tandil, octubre de 1957
Niños, aqui estoy en Tandil, llegue mas o menos, paré en el hotel Continental, 100 $ diarios, pero ya me mudé, ahora vivo alli abajo donde termina la gran avenida que se ve bien y donde está la gran puerta de entrada a la montaña, yo vivo justo al lado de la puerta y pago 25 diarios sin comida la cual me saldrá 50 más. Ocurre que me fui al diario Nueva Era y hablé con el Director preguntando si hay ambiente, entonces me dijo: "Como no habrá, si tenemos al gran Salceda" asi que me fui a ver a Salceda quien resulto Bolche y colaborador de Propositos pero igual nos hicimos amigos y conoci a Isidro D. Alperta. Ahora Alperta, me presentó a Farias a Mejia y Mejia a Rohel, yo deslumbraba uno por uno con 1) Paris 2) Ocampo 3) en general pero claro está matizado con mucha sencillez "che viejo" "que tal" y otras cosas por el estilo. Es triste que son bastante ordinarios. Hoy a la noche me voy al Ateneo Rivadavia donde habrá reunión social en mi honor y quién sabe si no me mandaré un discursito. Al dia siguiente: la reunión era asi no mas pero la bibliotecaria me dio la direccion de un poeta joven que se esta preparando para el bachillerato y hoy me fui a verlo y le dije: vea joven, soy un famoso escritor extranjero y necesito un secretario asi que venga hoy a las 4 al café Rex (casualmente asi se llama) y llamé otros jovenes poetas, que vengan todos. El joven muy alborotado me juró fidelidad, asi que, supongo, lo tendré aquí de Gomez y aun quien sabe si no lo bautizaré "Gomez". Hay tambien un rubio pero lo guardo para cuando habrá que llevar la valija. Tengo un departamento muy mono, pieza, cocina, baño, solo por $25 diarios justo al lado de la gran puerta que conduce a la montaña y al lado del parque asi que ante mi toda la ciudad y me hundo en arboles y flores alabando a Dios y muy recuperado de salud. A Dios, pibes, salud. Yo


Tandil, 23 de octubre de 1957 (Postal)
Aquí vivo, abajo, donde termina la gran avenida. Todo mas o menos bien pero no se que pasa, algo no muy claro, hoy vino y dijo que le dará a patadas a Panagotto, ahora Dipi y Buffalo sostienen que no era él sino Bianchotti, quien lo sabrá, me piden consejo pero que consejo puedo dar, ademas hay que andar con cuidado porque hay no sé que en el ambiente y lo de Leoplan y Ricardone tambien me resulta algo raro que digamos. Veremos. Mi valija manda saludos a su changador y yo a los demas infelices del Rex??? !!! ??? !!! Que se yo... La cena. La muela. El paseo y la confitería.


Tandil, abril de 1958
hola niños, el marques nos ha llevado a los Principes y a mi, en su Rolls Royce modelo 1920, muy largo, negro, de la estancia donde estaba yo como 1 mes despues de haber estado 1 mes y medio aquí, de nuevo aquí, y ahora estamos aquí, es decir los Principes del Santo Imperio Romano en el Continental, pero muy apenados por la muerte del primo Principe de Baviera casado con una Lustac, y yo en la casita que no resultó del todo mala pero hay que bombear el agua del pozo lo que resulta molesto, lo hago a las 10 de la mañana cuando me levanto y tomo cafe con leche con dos pancitos con queso, un tanto escribo, me como 3 huevos y descanso, voy a la Rex donde suelo comer masas y ceno con los principes en el Continental, a veces juego con el padre de Magariños, muy chambon, asi pasan los dias, uno ya no sabe si el miercoles o viernes, perdido, ahogado, diluido, pero ante todo hinchado, inflado, pero como quien diria desde el exterior, alli, lejos, cartas, cartas, cartas el mundo entero anunciando glorias, ocurre que Ivona fue estrenada en Varsovia, al comienzo parecia que se va a hundir, fracasar, nada de esto de golpe lo contrario, al cabo de 10 dias exito tremendo, prensa magnifica, ahora ya 3 meses la dan y hay que pedir entrada por anticipacion, tambien aparecieron en Diciembre y Enero EL TRANS-ATLANTICO, EL CASAMIENTO, BACACAY (cuentos), grandes notas, ensayos, gloria in excelsis, gloria y fama, ademas Jelenski manda telegrama de Paris FEREDYDURKE ACEPTADA POR JULLIARD, significa que la traduccion no es mala y que la mas importante casa editorial de Francia la va a lanzar con estruendo tanto mas que Nadeau, el famoso critico, entusiasmado, ah, ya no se como es eso que yo que soy amigo del pobre Acevedo, del insignificante Gomez y del changador Aleman oficinista sin hablar de otros amigos y compinches, alli, afuera, a distancia, del exterior, me inflo, me hincho, a ver si no reviento, FERDYDURKE va a editar SIMON & SCHUSTER (USA) El diario lo traduce Madame Arlet, EL CASAMIENTO será estrenado en el mejor teatro de Polonia, IVONA irá en Praga y posiblemente en Paris, ya me aburre contarlo".
Se establece en Santiago del Estero en el año 1958. Huyendo del frío de Tandil y del de Buenos Aires se toma unas vacaciones de cuatro meses y medio en esa ciudad subtropical. Me da la impresión que en esa ciudad no encontró el término medio que había encontrado en Tandil ni el anonimato de Buenos Aires, se movía entre la provocación y el erotismo:
"Iba tranquilo... Porque hacía ya bastante tiempo que había abandonado aquellos paseos por Retiro y Leandro Alem, y ahora, en Santiago, de nuevo volvía inesperadamente a esa situación, la más profunda, la más esencial y la más dolorosa de todas las mías: yo siguiendo a un chico de pueblo."
Para festejar la muerte del "Che" Guevara Gombrowicz destapa una botella de champaña en su casa de Vence, es uno de los relatos que Sabato tiene que escuchar en Vence. El tono provocante con el que polemizaba adoptando el estilo de un retrógrado recalcitrante, especialmente con la gente de izquierda y con los jóvenes que, en general, también son de izquierda, lo ponía a menudo en situaciones difíciles. Santucho le quiso pegar por una de esas discusiones disparatadas, y Arrillaga, el comunista que me lo había presentado, le quiso desparramar mierda en la cara" (...)