Sexisma

No es poca cosa. Gracias a la iniciativa, ahora los expedientes y documentos públicos deberán decir “empleada” y no “empleado”. Según el documento que acaba de aprobarse en la Cámara Alta, sexismo es el “establecimiento de un ‘deber ser’ para cada sexo y consiste en comprender que existen conductas o características humanas más apropiadas para cada sexo”. Ya, entonces, las diputadas o senadoras que integren alguna comisión no podrán ser llamadas “miembros” sino “miembras”, con a bien clarita. Tampoco deberemos hablar de integrantes, sino, claro está, de integrantas. Aunque nos olvidemos de los genéricos del lenguaje –deberíamos suprimirlos, por machistas- la Humanidad entonces, para no caer en feminismos, debería pasar a llamarse -a pesar del neutro-, el Humanidad. Seguiríamos con la Tierra, el Tierra (para empezar a poner a la Globa Terráquea en su sitio exacto); el hombre, la hombra; el ser, la sera y, claro, el individuo, la individua. Esto, por supuesto, sin contar los participios activos que hacen que un militante se convierta en una militanta o un amante en una amanta.
La senadora mendocina debe ser, sin duda, una amanta del lenguaje no sexista. Y en su desvelo sufrienta por evitar las odiosas discriminaciones ha empezado por la esencia de la cosa. No importan tanta las cuestionas menoras de segregación laboral, violencia familiar, violaciones, miseria o abusos tantas, sino cómo manejar las formas. ¿De dónde asimilará la maquillaje lingüística la senadora? Vaya uno/una a saber.
Según la iniciativa, se prevé también la redacción de un manual de estilo. O estila. Como sea, es tranquilizador que nuestros representantes y representantas –así como los de las provincias y provincios- estén abocados/as al tratamiento de tan cruciales y crucialas temas/os. No por nada/nado se les paga lo que se les paga/pago.