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Cisura

Cultura

Octubre

EL CURANDERO

PAREDON PAREDON

VIRGEN

LOS CHICOS DESAPARECEN

LES ENFANTS DISPARAISSENT

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HECER EL ODIO

GONDOLAS

HECHO A MANO

EL CIRCO NUNCA MUERE

EL CAPITAN TRES GUERRAS FUE A LA GUERRA

HACER EL ODIO

30 marzo, 2009

La cisura de Rolando en La Plata




Va a estar abierto
por
refacciones,
los espero a todos.
La gente de
"El Ateneo" pidió
puntualidad. Gracias,
el abrazo a todos.

22 marzo, 2009

La cisura de Rolando en "Noticias"

El escritor Elvio E. Gandolfo publicó en la última edición de la revista "Noticias" la crítica de La cisura... bajo el título "Crónica de un silencio". Leer acá.

15 marzo, 2009

Vidas pasadas

Mucha gente toma con ironía o escepticismo la técnica de regresión por hipnosis a vidas pasadas. Está en su derecho. Sin embargo, como recurso terapéutico, deberíamos admitir que en ocasiones ha dado óptimos resultados, por no decir asombrosos, y que una cada vez mayor cantidad de terapeutas y médicos recurren a esta técnica para la sanación del paciente. Brian Weiss ha descrito con suficiente autoridad su experiencia en este terreno. Sus libros son best-seller en casi todo el mundo y sus lectores fanáticos a ultranza. Por supuesto, nada es unánime y siempre quedan detractores. Yo, debo confesar, era uno de ellos. Cada vez que me hablaban de someterme a una sesión de vidas pasadas, me reía. Eso hasta que recientemente, a raíz de una serie de pesadillas atroces, decidí probar. En las pesadillas nocturnas me veía escribiendo poemas de amor colegial y enviándoselos a mis ex compañeritas de la primaria. Pathetic. Hice la debida consulta: “Un caso típico de regresión conductual emocional”, dijo el terapeuta. Y luego preguntó: “¿A qué escuela iba?”. Dudé. Me habían echado de tres. Pero elegí la primera, el viejo St. Michael School, el que daba a la calle 57, cerca del Bosque. “Regresión conductual bilingüe, una desgracia”, dijo el terapeuta con una mueca de asco.
La primera sesión fue linda: volví al viejo tranvía 7, con gomina y jopito. La segunda, no tanto. Era el negrito Falucho, estaba en el año 1824, y me fusilaban sin asco. Mis últimas palabras, recuerdo, fueron las siguientes: “Muero relativamente contento y hasta en positivo, hemos vatido al enemigo”. Batido, en el sueño, iba con v corta. La tercera regresión resultó la más traumática de todas: era Nerón, quería incendiar Roma, el Liceo Víctor Mercante, y no tenía fósforos ni encendedor ni nada. Para colmo, las estaciones de servicio de paro. Fue entonces cuando se me acerca mi lugarteniente, el poetiso Cayo Jorginho Petronio, y me dice: “Perón, Perón, qué ídolo sos”. En ese punto de la regresión el terapeuta me deshipnotizó en seco: “O usted es un idiota o tiene graves problemas históricos”. “No entiendo”, dije. “M’hijo, confunde fechas, cambia nombres, un desastre, encima la ortografía…”. “¿Y?”. “Y nada, tiene que volver a las pesadillas de la primaria”. Luego se quedó un rato pensando, con una expresión adusta, hasta que reaccionó: “¿Cómo me dijo que escribía los poemitas para sus ex compañeritas de la primaria?”. “En power-point, los envío por e-mail y en documento adjunto”. Se frotó la barbilla, vencido: “¡Dios mío –exclamó-, regresión grasa, para eso no hay cura que valga!”.

12 marzo, 2009

Bilocación

Luego, en el sudor del amasijo que los separa –es textual-, hay que considerar que Pike afirma poseer la infrecuente capacidad de bilocación. Dice que puede estar en dos lugares a la vez. O que no estando en uno, tampoco puede estar en otro. Difícil de entender, ya sé. Pero él afirma que tiene pruebas y que las pruebas son concluyentes. Pone cara de pócker cuando lo dice. No sé si es joda o no. Habrá que ver. Capablanca decía que prefería las negras para jugar. Pike ni sabe mover una pieza, pero actúa igual que el gran maestro cubano: deja hacer. Se pasa las horas mirando cómo trabaja el resto de sus compañeros. Lo raro es que nadie le dice nada.

El viaje en micro

Después llegó Nuni, como a las cinco. Me lo presentaron. Flaco, alto, huesudo y con mirada desconfiada. Juntaron algunas herramientas, las guardaron bajo techo y Nuni me dijo: “Nos vamos a esperar el micro”. “Los acerco”, dije. “No, nos gusta el micro. Vamos lejos pero bajamos antes. El viaje en micro –aclaró- nos conviene, se nos hace más corto”.

11 marzo, 2009

En obra II

Ayer, a pesar de la lluvia, fue un día luminoso: empezamos el encofrado. Llenamos las bases con hormigón y concreto. Morsa escribió en el cemento fresco algo, no leí qué, con lo que parecía un lápiz o un delineador. Lo trajo del auto, del piso de su viejo Peugeot destartalado. Yo tiré tres o cuatro monedas de diez centavos y Pike preguntó por Nuni. “¿Qué Nuni?”, pregunté. Se rió, burlón. Al mediodía abrieron dos tetra y esperaron al Maestro Mayor de Obra. Cuando llegó habló con Pike, dos o tres minutos, a solas. Pike hacía gestos. Después el Maestro Mayor de Obra se acercó a Morsa y le dijo: “Vuelvan a cargar, hay que dejarlo que tire, despacio”. Cargaron hasta llenar los pilotines y se fueron. Lo dicho: fue un día luminoso. Del colibrí ni noticias. Me hubiera gustado volver a verlo, rondando, dibujando círculos perfectos. Pero no. Cuando menos se lo espere, mejor.

10 marzo, 2009

La ley de la tristeza

La ley de la tristeza es como la ley de la gravedad: sólo la rompen los picaflores. Ayer volvió el que venía cada tarde, puntual, a las seis. Semanas que no andaba por aquí. Pero hizo algo extraño esta vez: se detuvo, me dio dos vueltas alrededor, y a un metro de distancia, en el paréntesis del aire, se quedó mirándome fijo, a los ojos. Varios segundos estuvo así. Nos observamos como dos viejas siluetas conocidas. Luego se alejó. Y nada, pasa que a veces deliro. O le hablo. O creo escuchar sonidos en el dormitorio, en la cocina. La ley de gravedad deja en suspenso a los picaflores. Si se lo explico al Maestro Mayor de Obra, me mata. Y con razón, por pelotudo. Él lo único que pide es piedra y cemento; piedra, cemento y cal.

09 marzo, 2009

Hay gente

Hay gente que no sabe interpretar signos, señales mucho menos. Por caso, si uno pronuncia una palabra en septiembre del 2008 y esa palabra queda grabada como un “error involuntario”, no hay vuelta: imaginan un error involuntario. Aunque rebobinen cientos de veces. Creen que detonó de casualidad, ciegamente lo creen. Pero quizá no, quién sabe. A lo mejor –es una posibilidad, no hay que descartarla- uno ya estaba en obra, limpiando el terreno, acotando, midiendo y señalizando, digamos. Un mes después, en octubre del mismo año, llega la burla: “je je”. Así, seca, socarrona y tan menor: “Je je”, tal cual, entre comillas. La burla pisoteando el comienzo de la rasante demolición. Muy bien, no tengo más remedio. La acepto con resignación, con infinita tristeza incluso. Una vez más la altanería, el tono y la mueca sobradora. Pienso: envidia, medianía, fracaso, resentimiento, faltas de ortografía groseras y falta de iniciativa personal. Mucho más pienso, pero nunca en power point. Son verdaderas las que tengo que podar, limpiar, fumigar. Sin embargo, en medio de tanta regresión preadolescente y vulgar, una duda me queda. Una sola: ¿Yo "tu ídolo"? ¿Si?

06 marzo, 2009

Los chicos desaparecen 4 x 4

En el Segundo Festival Internacional de Cine de Gualeguachú, Entre Ríos, El largometraje “Los chicos desaparecen”, de Marcos Rodríguez, obtuvo el Premio a la Mejor Dirección “por los excelentes recursos expresivos puestos en un film que roza lo fantástico”. Es el cuarto festival en el que interviene el film y en el que obtiene, consecutivamente, cuatro premios. Dos otorgados por el público, el otro a la mejor actuación (Norman Brisky) y ahora por su dirección. “La peli –dice Marcos- es un cuatro por cuatro, y vamos por más”.

04 marzo, 2009

Hacer el odio en "La Biblioteca Ideal" de Perfil

El texto lo escribió Sonia Budassi para "La Biblioteca Ideal" del diario Perfil. Apareció el domingo pasado y el rescate de Sonia tiene una misma índole: afecto y azar.


Las ciudades pueden ser, con perdón de la obviedad, territorios geográficos o mapas simbólicos. Es posible imaginar, desde luego, el sonido y los olores de cada centro, de cada barrio, de cada pueblo o metrópolis y también las convenciones y saberes que los trascienden.¿Qué pasa con los libros y su disposición, en qué lugar colocan los lectores, los escritores y la crítica a sus librerías? Un periodista peruano pregunta a un escritor y a un crítico dónde puede comprar libros. El crítico responde “en la zona de Palermo”. Declaración que enciende el debate con el otro, que considera casi un acto de irreverencia aquella recomendación.
El nada for export Parque Rivadavia, epicentro caótico y riquísimo de compra y venta está, por ejemplo, sobrevalorado. O no: Parque Centenario está subestimado. Sin expectativas, bajo la influencia de los fanáticos de Parque Rivadavia, recorro los puestos del Centenario esperando ver libros de texto, recetarios de cocina, a lo sumo algún manual del tipo “hágalo usted mismo”. Pero descubro, prejuicios inútiles, varios libros de narrativa en esas oscuras y prolijas cajas de exhibición. Impecable a pesar de sus más de 20 años, compro Hacer el odio, novela del platense Gabriel Bañez (que acaba de ganar el premio de Novela Letra Sur con La cisura de Rolando) que se publicó en 1984. Entre la sordidez, la inteligencia y el morbo, el personaje atenta contra casi todo sentido común en sus relaciones y se aleja de cualquier atisbo bien pensante o políticamente correcto (en tópicos vueltos lugares comunes como el de los desaparecidos o el nazismo); es difícil imaginar el efecto de lectura que generó en el contexto de su publicación, uno de los tantos elementos que convierten al libro en un necesario objeto de rescate. Los desplazamientos por La Plata, al mismo tiempo, contruyen un mapa arborescente (¿diagonal?) de sentido sobre el texto, que señala los pasos sobre los que hay que desconfiar.“Me reí, esos rasgos de urbanidad siempre me parecieron risibles. La violencia contenida, esa forma decorosa de sobrellevarla, de encubrirla, también es un producto urbanístico muy argentino”.

03 marzo, 2009

Chess

Es extraño cómo la subestimación puede derivar –como hija boba de la soberbia que es; como nieta de la ignorancia que también es- en actitudes tan pueriles como síntomáticas de su debilidad congénita: una respuesta burlona, un tono socarrón, una respuesta cargada de impotencia, al fin y al cabo. El gran ajedrecista Kasparov cuenta en sus memorias que durantes sus muchas partidas internacionales, tuvo ocasiones de enfrentarse con contrincantes de este tipo. Si bien el ajedrez es un juego ciencia –en donde la inteligencia se concentra en un campo de batalla simbólico reducido pero casi infinito en sus múltiples variantes-, Kasparov recuerda que sus partidas más complicadas y difíciles las debió llevar adelante con jugadores que lejos estaban de quienes, previo al encuentro y con actitudes declamativas, se mostraban “autosuficientes, altaneros, soberbios”. Al contrario, Kasparov ponía enorme atención y empeño en quienes solía definir los “discretos y pacientes adversarios”. Nombra en un caso al genial Bobby Fischer, y dice “intuitivo, imprevisible, racional, inclasificable”. Y aclara un rasgo nada menor. “Fischer tenía una doble cualidad: podía ser tan egocéntrico durante las partidas como humilde y reservado antes de los encuentros. Pero su inteligencia decisiva radicaba en una sola posición: él, mejor que nadie, comenzaba sus partidas previamente, semanas y meses, incluso; cuando sus oponentes, en cambio, apenas se estaban acomodando ante el tablero”. En cierta ocasión -recuerda el gran ajedrecista ruso- le preguntaron a Fischer por un encuentro internacional a disputarse en Nueva York durante el mes de mayo. Faltaban cinco meses, y Fischer respondió: "¿Mayo?, yo ya estoy moviendo".